2. Dudas

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CAPÍTULO 2: DUDAS

POV CORIOLANUS

La acompaño a su casa tan pronto como dejamos de llorar o de hablar de temas delicados, pero ella se siente demasiado débil y opto por llevarla en brazos por una senda segura del pequeño bosque que divide su casa en la Veta de la pradera. Maude nos abre la puerta sorprendiéndose de lo pronto que hemos llegado, normalmente a no ser que no esté nadie del Covey en su casa, no nos aparecemos hasta la noche. La bajo segura al suelo de madera, y luego de dejar todas nuestras cosas contra una pared de la entrada, la ayudo a recostarse en el sillón, tapándola con una fina manta para que descanse. Ella me mira con sus ojos húmedos e hinchados por el llanto, Verla tan frágil espiritualmente, hace que se me encoja el corazón.

−Trata de descansar, te sentirás mejor cuando despiertes.

−¿No te irás? −pregunta con miedo.

−No −le prometo−. Me quedaré toda la madrugada, también. No te preocupes –me inclino para besar su frente y acariciar su cabello.

Cuando me alejo, veo que ella cierra los ojos y se acomoda de costado para dormir. Maude nos observa a ambos, pero no dice nada y le hago una seña silenciosa para que me siga a la cocina.

−¿Dónde están los demás?

−Han salido, hicieron planes con amigos.

−¿Lo sabías?

Sé que, de todos, es la persona más cercana a Lucy, se tienen un gran aprecio.

−Te lo dijo –afirma−. Lo siento, ella me pidió que guardara el secreto, ya que, quería decírtelo ella misma. 

Su cabello castaño lacio, cae a sus costados, como si quisiera ocultar su rostro para que no note que ella también se siente mal por la situación.

−¿Crees que haya alguna farmacia abierta a esta hora? –pregunto.

−Tal vez. ¿Qué necesitas?

−Un test de embarazo o varios... solo que yo no puedo ir, ni puede ir Lucy; o sospecharan.

−Entiendo, iré a conseguir algunos. Será mejor si nos sacamos la duda ahora.

Es normal en los distritos ver a chicas menores de edad embarazadas, no sospecharán de ella considerando que tiene casi dieciséis.

Le entrego dinero, sin saber lo que salen exactamente aquí y ella toma un abrigo rápidamente y se va antes de que cierren el comercio.

Vuelvo con Lucy y me siento a un costado de ella en el suelo, incapaz de apartar mis pensamientos de nuestra conversación.

¿Y ahora qué haremos?

−¿Coryo? –su voz me llama, y abre un poco los ojos.

La miró sin apartar mi cabeza de mis rodillas y ella estira la mano para acariciar mi rostro. Se siente bien. Su roce siempre es tierno y delicado cuando pretende calmarme.

−No es seguro aún –comenta.

−Pronto lo sabremos –le informo–. Envié a tu prima a la farmacia.

Lucy se altera.

−Si me voy de aquí sin saber que pasa contigo, no podré dormir por noches enteras.

−¿Y si da positivo?

−Encontraremos una solución. No te abandonaré, como tampoco dejaré que te sometas a un aborto, aunque esté mi carrera en juego.

PÁJAROS CANTORES Y ROSAS (CoryoxLucy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora