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POV Lizzie.

Durante los días siguientes, Harry y yo pasamos bastante tiempo es­quivando a Gilderoy Lockhart cada vez que lo veíamos acercarse por un corredor. Pero más difícil aún era evitar a Colin Creevey, que parecía saberse de memoria el horario de Harry y nadie sabia nuestra relación madre hijo ya que Cedric le pidió que actuara como si nada y solo actuara como nuestro hijo en la biblioteca ya que no queríamos que los profesores y los demás lo supieran así que Colin aun me molestaba con lo de Harry. Nada le hacía tan feliz como preguntar "¿Va todo bien, Harry?" seis o siete veces al día, y oír "Hola, Colin" en res­puesta, a pesar de que la voz de Harry sonaba irritada. Casi me daban ganas de decirle. "trata bien a mi hijo Potter".

Hedwig se mostraba enfadada con Harry a causa del desastro­so viaje en coche, y la varita de Ron, que todavía no funcionaba correctamente, se superó a sí misma el viernes por la mañana, al escaparse de la mano de Ron en la clase de Encantamientos y dispararse contra el profesor Flitwick, que era viejo y baji­to, y golpearle directamente entre los ojos, produciéndole un gran divieso verde y doloroso en el lugar del impacto. Así que, entre unas cosas y otras, me alegré muchísimo cuando llegó el fin de semana, porque Ron, Hermione, Harry y yo habíamos pla­neado hacer una visita a Hagrid el sábado por la mañana.

Pero la subcapitana del equipo de Quidditch de Gryffindor, Angelina Johnson, me despertó con un zarandeo varias horas antes de lo que hubiera deseado.

—¿Qué? - pregunté, aturdida.
—Oliver ha convocado un entrenamiento de Quidditch. Vamos.- respondió Angelina, con voz cansada.

Fuera del dormitorio, una Katie Bell medio zombie nos estaba esperando a ambas.

Encima de la túnica roja del equipo de Gryffindor me puse la capa para no pasar frío, le dejé una nota a Hermione explicando el motivo de mi ausencia y bajé a la sala común, dónde me encontré a Harry y a Oliver.
Pero recordé que estoy en el equipo de Slytherin.

—¿No te avisaron? – dije a Oliver.
—¿Decirme que?
—No estoy en el equipo de Gryffindor, lo siento. Pero aun asi ire por si me necesitan. 

Al llegar al retrato de la Señora Gorda vi que Colin Creevey bajaba las escaleras corriendo, dirigiéndose hacia Harry.

-¡Oí que alguien pronunciaba tu nombre en las escaleras, Harry! ¡Mira lo que tengo aquí! La he revelado y te la quería enseñar...- desconcertado, Harry y yo miramos la fotografía que Colin sostenía delante de su nariz.

Un Lockhart móvil en blanco y negro tiraba de un brazo que reconocí como el de Harry.

Me complació ver que en la fotografía él aparecía ofreciendo resistencia y rehusando entrar en la foto. Al mirarlo Harry, Lockhart soltó el brazo, jadeando, y se desplomó contra el margen blanco de la foto­grafía con gesto teatral.

—¿Me la firmas?- le pidió Colin con fervor.

—No. Lo siento, Colin, pero tengo prisa. Tengo entrenamiento de Quidditch. - dijo Harry rotundamente, mirando en torno para comprobar que realmente no había nadie en la sala.

Y salimos por el retrato.

—¡Eh, espérame! ¡Nunca he visto jugar al quidditch! - Colin se metió apresuradamente por el agujero, detrás mío.
—Será muy aburrido. - dije enseguida, pero Colin no me hizo caso.

Sus ojos brillaban de emoción. Y yo no era alguien para volverlo a mandar a la cama.

—Ustedes dos son los jugadores más jóvenes de la casa en los últi­mos cien años, ¿verdad, Harry? ¿Verdad que sí? Tienes que ser estupen­do. Yo no he volado nunca. ¿Es fácil? ¿Ésa es tu escoba? ¿Es la mejor que hay? - empezó a hacer preguntas Colin.

𝓛𝓲𝔃𝔃𝓲𝓮 𝓦𝓮𝓪𝓼𝓵𝓮𝔂 𝔂 𝓵𝓪 𝓒á𝓶𝓪𝓻𝓪 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽𝓪.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora