Capítulo 3

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Dereck

Saqué las llaves de mi apartamento y mientras escogía la llave correcta, mi mente no paraba de lanzarme imágenes aleatorias de ese estúpido chico. Tardé unos cuantos segundos más de lo normal en abrir la puerta. Estaba temblando.
<Estúpidos nuevos> me dije.

¿Por qué se inscribiría en mi clase? Quiero decir, no es un chico especial, ni siquiera creo que haya leído algún libro de los que hablamos en clase.

Pongo los pies dentro del apartamento, dejo delicadamente mis cosas en un sillón y desabrocho rápidamente mi ajustada corbata. Voy directamente al estante sobe el lavavajillas y saco una taza. Mientras la lleno con café de hace tres días no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas, aún conservo ese estúpido bote de café.

Inconscientemente busco recuerdos que me mantengan en mi dramatismo y mi melancolía.


Estaba de pie bajo la lluvia, esperando que él volviera, mi cabello totalmente empapado al igual que mi ropa, mis manos estaban hechos puño. <Tiene que venir, tiene que venir> me repetía una y otra vez. Perdí conciencia del tiempo y cuando me atreví a revisar mi celular ya habían pasado más de 17:00 hrs. <Tiene que venir, tiene que venir> seguía repitiendo en mi mente.

Estaba temblando, en parte por el frío, en parte por el terror. Decidí llamarlo, aunque a él no le gustara que lo hiciera. Oprimí unas cuantas teclas hasta que encontré su número, dudé en oprimirlo y revisé por última vez la calle en busca de su auto. Nada. Oprimí el número y llevé el celular a mi oído.
Un pitido, ¿estará bien? Me invadió un terror enorme de sólo pensar que le pasará algo.

Dos pitidos, seguramente algo lo había entretenido y había olvidado avisarme, podía soportar eso.
Tres pitidos.
Este número ha sido bloqueado.

Me quedé en shock. Mi celular cayó al piso haciendo un horrible estruendo. Cerré los ojos <esto no es real, esto no es real> sentí como si me apuñalarán en el pecho y retorcieran la daga una y otra vez dentro de mí.
Me resbalé lentamente por la pared de piedra hasta que quedé en el piso. No puede levantarme.

Noté que las lágrimas corrían por mis mejillas, <no me puedo permitir esto, no es parte de mi llorar como un crio estúpido> pero cuando se trata de ese recuerdo en específico, no puedo sólo ignorarlo. Olvidé el café y el hambre voraz que tenía. Me dirigí al baño y empecé a desabrochar mi camisa. Cuando terminé con todos los botones de enfrente giré mi cabeza al techo como de costumbre y desabroché los costosos gemelos. Llevaba 1 año 3 meses 8 días sin ver mis muñecas.

El espejo frente a mí se empezó a empañar por el vapor del agua caliente y me metí bajo el chorro de agua.

Las lágrimas fueron reemplazadas por ira. Estrellé mi puño en la pared y respiré profundamente mientras el agua recorría mi espalda. <Odio todo en este jodido mundo>
Salí de la ducha más relajado y me recosté en mi cama solo con la toalla. Las imágenes de Tommy (quien tiene el nombre más gay en todas las inscripciones que leí) volvieron a aparecer, y recordé cuando lo tomé por los hombros, y para ser sincero, es el chico más jodidamente lindo que he visto. Sí, lindo y estúpido.

Mi cabeza estaba a punto de estallar, me estiré hasta mi mesa de noche y cogí una caja de cigarrillos, encendí uno y cerré mis ojos.
Tomm apareció de nuevo en mi mente, <Tal vez todas estas imágenes se deban a las 4hr que pasaste mirándolo en secreto, Dereck> me dije.

Su piel me gusta mucho, es difícil encontrar pieles tan suaves. Y mucho más tan susceptibles al rubor.

En cuanto él entró en el salón un escalofrío recorrió mi cuerpo, oprimí muy fuerte la tiza contra la pizarra, lo que provocó ese sonido que lo puso rojo como un tomate. ¿Así será toda su piel?
empecé a imaginármelo sin camisa, se veía que tenía unos músculos trabajados, ¡Maldición! Quiero tocarlo. Una erección empezó a crecer debajo de la toalla. Dudé un segundo en que hacer, sabía su dirección después de todo, pero no. No, quiero que cuando sea mío (porque lo será) lo desee aún más.

Marqué un par de números en mi celular y contestó Ethan.
–Hola

–Necesito que vengas

–Estoy en quince

No me gustaba su voz, pero eso no me importaba cuando podía llamarlo a la hora que fuera para complacerme. Estúpido perro faldero. Tocaron la puerta y caminé hasta ella, giré lentamente el pomo y él entró sin más.

–Deberías darme llaves, me llamas casi diario

–Te lo dije. No le doy mis llaves a nadie
–Esta bien. –dijo refunfuñando

Serví dos vasos con whisky y hielos, el de él con agua mineral. Estiré mi brazo ofreciéndole el suyo a Ethan, lo tomó sin dudarlo. Noté que sus ojos bajaron por todo mi cuerpo y se detuvieron en la parte superior de la toalla, sonrió un poco y me vio a la cara.

–Cuando tú ordenes

–A mi habitación, ahora -dije sin más.

Different Love [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora