NI DOS CEREZOS ME DABAN
“Ahora pienso (con respecto a Las olas)
que, con muy pocas pinceladas, se dan
las características esenciales del carácter
de una persona. Debe hacerse con audacia,
casi como en una caricatura”.
-Virginia Woof-
¿Le habrá pasado algo a Enrique Méndez, mi compañero del liceo? se está tardando en llegar y eso me preocupa porque ya son más de veinte minutos que salió en la motocicleta, y ya debería haber regresado con la mozzarella y encima no aparece activo en el Guasap.
Hoy sí que fue un día mentalmente muy duro para mí. A él, debo agradecerle por sus atenciones porque lo merece. Aquí, tengo guardada su pastafrola, nunca pude conseguir la receta para invitarle un flan casero y, gracias a todos sus juegos previos compartidos que me ayudaron mucho, el ajedrez, los naipes, el detective Chess, el póquer y adivinar que quintetos tenía los rivales, la mayoría de las veces acertaba con precisión. También, a ambos nos fascinaba salir a la calle a observar a la gente por el mercado, la playa, el shopping buscando cazar los detalles corporales; como esa mujer desea orinar sin pagar; aquella otra está esperando a su amante; ése es el que anda de trampa, la persigue a ella y por eso va a tres metros de su fragancia, etcétera.
Si todo salía bien ascendería al cuerpo de detectives de la SIDE, el Servicio de Inteligencia del Estado. ¡Mentira!, en realidad mi objetivo era ingresar con altos honores a la Policía Federal Argentina. Mi meta era rendir y obtener un sobresaliente el examen de observación, esta vez, la prueba sería a través de una simple fotografía. Los rumores afirmaban que debería sacar todas las posibles conjeturas, y luego redondear con una conclusión final en el tiempo asignado. Yo esperaba que no sea la de un hombre, dado que no conozco mucho sobre la naturaleza varonil ni la de sus encantos para poder describirlo con lujos de detalles —salvo que se parezca a mi padre engañador—.
La tensión era que había una instructora, la madre de Cecilia, que no quería jubilarse y si una mujer entraba se quedaba con su puesto de oficinista y estaba confabulando con su influencia a favor de su hija, desde hace un mes, se notaba que era una de las favoritas entre los instructores más odiosos.
Antes de entrar a la prueba la crucé a Cecilia Ramírez en el pasillo y fue ella quien me recomendó que no eligiera la fotografía no marcada. Mientras, me lo decía, contemplé su mirada sobradora.
¡Estaba más lista, que la Lista de Schindler! Porque mi nombre no tenía la costumbre de quedar segundo entre el listado de las postulantes destacadas. Al entrar a ese sobrio recinto conocido como el “interrogatorio de Pitágoras” me sentía internamente igual a una cobra a punto de saltar.
En el centro, caía una lámpara como un trombón, dos sillas, una mesa metálica, cinco oficiales de alto mando y una maquillada superior que con una cínica sonrisa, a la cual no le simpatizaba, por no ser su engendro, Ella trajo un cofre pesado repleto de sobres. De reojo pude captar pedazos de varias imágenes que daba pie a sumergirse dentro de un policial negro.
Entonces, el oficial con trayectoria frondosa, se sentó enfrente de mí, sacó al azar nueve, las mezcló y formó un abanico de oportunidades, como si fueran las tarjetas de Bender —esas que determinan tu impulsividad y saber si puedes portar un arma con responsabilidad según el peritaje psicológico—. Resulta que todas las fotografías tenían en su dorso una leve cruz, menos una. Tal vez, debí decidirme con una ya marcada, o a propósito, no querían que ingresara a la fuerza y me indujeron a caer en una trampa, al elegir esa fotografía sin el cristianismo encima, pero confiaba en mi entrenamiento y mi astucia de Enola Holmes. Me tenté y aparte, no iba a hacer caso a mi competencia, lo tomé al desafío con mucha confianza. Ya que al ser mujer estoy acostumbrada a que te tomen pruebas a cada rato; si cocinas bien, si sé los secretos de la repostería, si doy buen sexo, si me sé comportar en sociedad ante la familia o alguna suegra altanera, y si me controlo en los gastos con la tarjeta de crédito, etcétera.
Luego, de que elegí la que marcaría mi destino, guardaron las demás, se retiraron. Un jefe sonrió muy sutil a otra de las autoridades impecables quién estaba a favor de la hija de su colega de años, lo supe por su mirada de complicidad.
Cuando llegaron al otro lado del vidrio espejado polarizado, antes de trasladarse hacia allí, me dijeron que me concentre y que no la dé vuelta hasta que el cronómetro regresivo comience su marcha. Cerraron la puerta y luego que me abandonaron los fuertes perfumes, el recinto de tres por tres, me pareció inmenso. Vestía con traje formal azul, camisa blanca, zapatos negros. Me sentía observada a través de ese cristal, en donde no los podía vigilar, pero sabía que ellos estaban desnudándome con sus miradas por todas las curvas de mi cuerpo, noté que el silencio se apoderó de las paredes y el intimidante mirador translúcido.
Entonces, dejé el saco en el respaldo de la silla. Si querían contemplar mi cuerpo atlético, que lo vean, tal vez, eso pueda ser alguna ventaja en distraerlos de mi examen, yo solo pensaba en la fotografía que me esperaba con ansias a que la tuviera en mi psiquis. Me arremangué mi camisa y desprendí los dos primeros botones por comodidad, total el espectáculo no iba a durar más de lo que se tarda en preparar un café. Era la penúltima mancha del tigre que tenía que vencer, si sacaba todos los puntos, superaría la marca de la agrandada Cecilia que había obtenido un 9,13 y con un ajustado diez, tendría oportunidades de postularme al Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF). Pero, también un ocho me dejaría afuera de esa fuerza. Necesitaba una decena redonda y no seguiré repartiendo cafés como rutina a mis compañeros. No volveré de vicio a presentarme el año entrante, yo quiero brillar entre los mejores detectives de élite sin tener que mostrar mis curvas, ni ser una típica acomodada, yo buscaba dar mi cien por cien, quizás sea la primera capaz de dar con la tecla y que se me convoque a destiempo, en el caso inconcluso del atentado terrorista del 18 de julio de 1994 a la AMIA. (Asociación Mutual Israelita Argentina).
Fue así que estaba lista y se prendió —con apuro—, un reloj de luces rojas grandes, no sé por qué vino a mi cabeza tambores repiqueteando para alentarme como si fuera una feroz guerrera o un cuervo en ascenso. No podía ponerme nerviosa sino dar lo mejor de mí —como todas las mujeres que son juzgadas cada día por casi todos los hombres—, pero la realidad es que entre nosotras somos más competitivas y malvadas.
¿Estarán los babosos mirándome por el cristal, mi hermoso trasero?
Además, sabía que entre los comentarios de pasillo muchos no creían en mis capacidades, por una longa arreglada, que apostó y dijo que no me daban ni dos cerezos. Escudriñé el reloj que se cambió a un ansioso cinco muy dispuesto a morir. Empezaba a titilar mostrando un diez, nueve, ocho y así cuando llegó a cero di vuelta el dorso de la fotografía y comencé a parlotear sin riendas:

Mujer de 25 a 30 años, tez blanca, delgada, alta 1,70 de estatura, pelo cobrizo, no parece casada, más bien una nena de papá, con filosofía de vida naturista. No se ve ningún anillo en su mano derecha, ni uñas pintadas ni pulseras. Aunque, seguro que llevaba unas sandalias que le ajustaban demasiado los pies y se las quitó, pues está en la costa disfrutando de la tranquilidad del mar, de los mimos del viento donde las puntas de su cabellera lo expresan con genuina libertad.
¿Habrá roto la cuarentena obligatoria?
Posible profesora de yoga o masajista, los pies descalzos significa acariciar la tierra, o descargar las energías acumuladas. La ausencia de metales en sus falanges es porque cuida su energía interna. ¿Le hace frío? tanto es así que salió a media mañana. No fue planificada su salida, pues hubiera llevado al menos un abrigo, y lleva un largo rato sentada, por eso acercó las piernas junto a su pecho en posición fetal, aumentado su calor corporal.
Tiene la mirada como perdida ¿tendrá algún problema con pagar a tiempo el alquiler? ¿Estará pensando en invertir en el chupasangre dólar blue? La veo bella, por lo consiguiente, debe estar cansada de sufrir “el mal de la linda” donde siempre la molestan los hombres por su forma de vestir o su short ajustado.
Para que no me saliera el ojo saqué de mi portafolio una enorme lupa de relojero, que tomó forma, luego de los dos pliegues de esos tres cuerpos y allí, debajo del lente como culo de botella centré la imagen. Posible norteamericana, por el jean característico de California.
¿Tenía los patines sujetados a las zapatillas?
Qué extraño no usa corpiño. No veo su bretel, seguro la sujeta una musculosa elastizada pegada a su cuerpo. Ausencia de tatuajes a la altura de su tobillo, en consecuencia no es feminista ni fanática del rock and roll, tengo en dudas si es muy liberal. Al no llevar alhajas significa que también se rebela al modelo capitalista impuesto por esta sociedad consumista. Ella se peina y se tiñe la cabellera, o sea, que no es de baja situación económica, aunque tiene las puntas lavadas se contrasta del rubio cenizo, según la escala de color de L’Oreal. El torso descubierto me lleva a pensar a que haya nacido en noviembre, pues a las mujeres escorpianas les gusta mostrar su envase un poco más, porque se sienten cómodas cuando las miran, pero siempre con mucho respeto.
El señuelo que observo se encuentra sentada en el borde del muelle con altos impuestos, por la limpieza y ese azul denota que es del hemisferio norte. Aguas tranquilas, pero profundas, por lo cuidado de este lugar podría ser Canadá.
No hay teléfono a la vista ¿lo guarda entre sus bustos?, pues el comunicador no se lo divisa en ninguno de los bolsillos. Ninguna pulsera, ni vestigio de maquillaje ni fino reloj y no se nota quemadura en los brazos, de modo que es muy cuidadosa ante las quemaduras de las ollas. Dado que, se tapa la boca parece que tiene un problema que no lo manipula bien, por la mirada baja, ¿ella perdió a un familiar por el covid-19 o fue víctima de un robo? ¿o será una esquizofrénica escapando de las malas personas?
Por la inclinación del sol es media tarde, pero la imagen es de un día nublado. La postura en su quijada no piensa en qué va a cocinar de cena ni el menú de mañana. Veo que se cuida, por lo tanto es vegana, ya que está más de moda que vegetariana, en su piel no se nota los sarpullidos ni grasas porque no le brilla la nariz. Me asombra que ella posee las mismas proporciones que yo y, cumple con exactitud con la regla de oro, de las medidas de Leonardo Da Vinci.
No hay aros, ni sandalias a su costado y es sospechoso porque se le vería la punta en el fondo. No encaja la forma en que está aprisionada su mano, no es un gesto orgánico —como diría un cineasta—, ni la estatua del “pensador” de Rodin tiene el puño cerrado. Entonces, me induce a conjeturar con aseveración que se trata de una histérica modelo contratada que pretende ser actriz, por ende mi resultado es una escena montada por el departamento de evidencias para que yo no apruebe el examen por no ser la favorita. Seamos honestos, al menos en este mundo. Me di cuenta por esa reunión de los nudillos que no connota el acto de reflexionar, pues lo natural es que ella tenga los dedos entreabiertos, como no sostiene su mentón no se encuentra aburrida. No lleva llaves en sus bolsillos, me queda claro que hay gato encerrado.
Eso me indica mi enano en la cabeza, —miré hacia el espejo y de paso relojieé al control del tiempo— y si no muestra las raíces de los pies es porque no los considera bellos y, esa fue la condición para el artista, del buen ojo, tenga el cuidado de que no salieran sus dedos horribles en la toma, por eso los esconde, deben ser chuecos y largos como ventosas de pulpo.
Sin dudas, puedo asegurar que no es una auténtica jovencita captada en la playa sino de un montaje fotográfico, pues al no estar sus sandalias es evidente que es una modelo de poca monta, si no sería una rubia por la buena paga. En los pómulos se ve una luz que únicamente puede venir del Photoshop, no hay refracción de la luz en sus manos y eso me huele a retoques posteriores; además, está muy centrado el encuadre.
Y, si no querían que ingrese al GEOF hubiera sido un mejor plan de descarte una fotografía de algún hombre de cabellera larga. Finalmente, el reloj con dígitos rojos llegó a un merecido y trabajoso cero. Entonces, mientras deliberaban mi nota final, guardé mi modesta lupa en mi portafolio, me coloqué el saco, acomodé las sillas y al entrar Enrique con una sonrisa y el sobre cerrado con la respuesta, me sugirió que lo abriera en casa con tranquilidad y acompañada de una caja de pañuelos o una cerveza bien helada; y eso hice, justamente tengo el resultado sellado entre mis dedos y deliberando si abrirlo ya mismo o luego, de terminar de escribir mi ejercicio literario para Desafíos de detectives antes de que se acabe el tiempo y mi ingenio desenfrenado. ¡Qué rayos le pasa a mi futura pareja! ¿Deberé acaso ir a la pizzería a averiguar? ¿Habrá pinchado durante el camino? ¿O no le quisieron vender la comida por no tener número impar y está obstinado en conseguir mi pedido?Espartaco Posse Varela
Jujuy - Argentina
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Relatos Flantásticos
Genel KurguRelatos largos y divertidos, con mucho ingenio y humor. Al mejor estilo de los finales inciertos, abiertos o impredecibles