Cuando era pequeña de noche mi madre tarareaba una hermosa canción de cuna que ne calmaba.
Años después tuve mi primer hijo, un día se me ocurrió tararearle la misma canción. Al salir del cuarto del niño, mi madre me interceptó con una confesión que me paralizó : Que linda canción. ¿Dónde la aprendiste?
De ahí me di cuenta de que no fue mi madre quien estuvo en mi habitación.