Me desperté a la una con tres de la madrugada por los llantos de un bebé en el piso de arriba. Aunque sabía que ahí no vivía nadie, pensé que habían abandonado a un pequeño, por eso llamé a la policía para que le encontraran un hogar. Pero cuando llegaron al apartamento, se impresionaron al verificar que no había nada.
Horas después, escuché una tétrica risa que venía de mismo piso abandonado, y ahí, con un sentimiento profundo de terror, lo supe…