… y cuanto más les contaba de aquella mujer que entregaba rosas negras a cambio de la vida y alma del desdichado que las recibía; más se reían y más vino me ofrecían. -¿De verdad crees haber visto a la muerte?, -¿Crees que nos asustas?, -¡Que venga esa dama!; un trago hemos de invitarle a cambio de sus flores.
Aún se burlaban cuando me levanté y les agradecí las bebidas… les devolví la sonrisa cuando sus ojos se llenaron de lágrimas al verme levantar mi canasta con una carga de rosas negras que no pudieron rechazar cuando se las entregué…