[EPISODIO 2]

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Un suspiro pesado se escapó de sus labios al oír el cargo que se le asignaba su capitán, líder del grupo, sus manos a sus costados se hicieron puños y el estómago se le contrajo haciendo ruidos extraños con ganas de vomitar.

La poca comida ingerida estaba amenazando con salir y no de bonita forma.

Las voces seguían escuchándose, pero su mente ya no estaba ahí. Se encontraba perdido, el sudor frio comenzaba a recorrerle por la espalda, ni siquiera el aire acondicionado bastaba para el bochorno que comenzaba a sentir.

Con prisa y sin importarle los gritos detrás de él, se dirigió al baño más cercano sin importarle cerrar completamente el cubículo, todo el desayuno y la poca comida ingerida se estaba yendo por el caño del inodoro.

- ¡Shoyo! -grito Noya encontrándose detrás de él, - "¿Estas bien? ¿Necesitas algo? ¿Medicamento o algo más?

-No se preocupe Nishinoya-sempai, estoy bien- dijo Hinata jalando la palanca del inodoro viendo cómo se revolvía todo lo vomitado y se iba para los caños a quien sabe dónde parar.

Aun sintiéndose débil se lavó la boca para abandonar el baño y a un Nishinoya preocupado en el baño.

[]

No les dirigió la mirada a sus compañeros ni cuando se fue del edificio. Solo quería estar a solas por un momento, quería estar en paz y no lo iba a conseguir en un lugar como ese.

Salió a las solitarias calles y la brisa fresca de invierno le despeinaba sus cabellos anaranjados como el sol. Sus manos se posaron en los bolsillos de su pobre suéter y la mirada hacia el piso mientras sus pies se movían solos.

Sentía como las orejas y la punta de su nariz estaban heladas y sus manos no guardaban el calor que le gustaría tener. Maldijo el clima.

Apenas cruza la puerta de su departamento y esta se cierra, su cuerpo cae al suelo sin importarle el golpe que se llevó, sus manos se dirigieron a su boca intentando entrar en calor con su propio aliento, pero de pronto sus ojos comenzaron a picar y agua salada amenazaba con salir de esos ojos de color caramelo.

El sol se estaba ocultando.

Se deshizo de sus ropas para quedar indefenso frente al espejo. Sus manos recorrieron cada curva, cada pedazo de piel, cada parte fue tocada por sí mismo hasta que el agua tibia hizo contacto con él. Veía como gota por gota caía en él y recorría su cuerpo hasta perderse en el suelo e irse por el desagüe.

Su cabello todo empapado y pegándose a su frente, sentía como la espuma del jabón hacia su trabajo y relajaba su cuerpo. El agua paro y con eso sus pensamientos.

- ¿Dónde estás? ¿Por qué tardas? - se preguntaba mentalmente.

La toalla lo envolvió, como un vestido de la seda más fina a una hermosa princesa, la humedad iba desapareciendo para dar paso a la vestimenta cómoda. La inhalo.

-Aun huele a ti, solo un poco

Con el cabello aun mojado y los pies descalzos se dirigió a aquella habitación compartida, se tiro como peso muerto a la cama sabiendo que lo atraparía y enrollándose en las sabanas se perdió en el mundo de los sueños.

Momentos más tarde se despertó al escuchar ruidos provenientes de la cocina, quizás de la pequeña sala, no sabía, pero sí que había alguien ahí.

Con pesar se paró de la cama y con pasos pesados vio como una figura más alta que el descansaba un poco en un sillón individual, tenía las manos en la cabeza masajeando sus cabellos de arriba abajo y con suspiros cada dos por tres.

Ante Hinata se veía el hombre más guapo del mundo, aunque estuviera con el humor de mil demonios. Con sigilo se acercó por detrás de él poniendo sus manos sobre las de aquel chico siguiendo sus movimientos.

-Estoy en casa.

-Bienvenido Kageyama... ¿Estuvo pesada esta vez? - pregunto algo obvio al ver como no le volvió a contestar, ni siquiera a devolver las llamadas perdidas.

-Algo...complicado, pero se logró...debiste de venir.

-No me sentía del todo bien" el silencio reino por un momento. -No pudiste siquiera devolverme las llamadas, estaba preocupado por ti.

-Lo siento, pero ni siquiera he visto mi celular hoy.

Mentiroso. Pensó.

Los masajes continuaron hasta que Kageyama le quito las manos de encima para ponerlo enfrente de el y besarlas. Aunque no le decía, ese ser como el sol era el único que esperaba encontrar en casa o llegar a casa con él. Era el único quien lo calmaba, quien lo comprendía, quien lo amaba, quien estaba ahí sin importar nada. De verdad lo amaba.

sentó a Hinata encima de su regazo quedando sus rostros muy cerca.

-Te amo- dijo para después besarlo delicadamente, como si se fuera a romper, como si se tratará de un cristal.

-Te amo más idiota- Hinata continuo el beso felizmente con un Kageyama igual de feliz al ver el intento de pijama de su querido novio.

-Mia. Tuya. Mi prenda en ti se hace ver más sexy de lo que eres- no podía evitar sentir ese cosquilleo en su estómago. Ambos son unos idiotas. Idiotas que se aman, la luna con las estrellas los únicos testigos de la noche junto con el sol que veía resplandecer su amor. 

"HIDDEN"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora