uno

955 39 235
                                    

|Capítulo I: "Llorar"|

"Llorar no es de débiles; nacimos llorando porque llorar es coger aire, sacar lo que nos duele y seguir adelante"

30 de Agosto, 2019

Madrugada.

Eran las 4 de la mañana y la puerta de mi departamento estaba siendo golpeada fuertemente. Me levanté, medio dormido y, a paso lento y cansino, me dirigí a la puerta.

—Va—. Murmuré y bostecé mientras agarraba las llaves que estaban en la mesita de al lado de la puerta.

Apenas la abro, un cuerpo moreno con cabellera negra me abraza mientras solloza. Le devuelvo el abrazo, largando un suspiro. Yo le dije y no me hizo caso. Empecé a caminar hacia atrás y cerré la puerta, dando un portazo sin querer. El ruido de la puerta al cerrarse lo asustó.

—Perdón—. Dijo en medio de sollozos.

Y yo asentí.

—Tranqui, Cris. Acá estoy, siempre—. Prometí mientras le sobaba la espalda.

Él lloró y lloró y lloró ésa noche, lloró tanto que logró mojar mi remera. Yo no hablé, no le pregunté, me limité a consolarlo. Me limité a estar con él.

Cuando se calmó y dejó de llorar, ya había amanecido. Yo estaba sacando teorías de porqué Ferreira estaba así y llegué a la conclusión de que Juli le dijo que no, cosa que yo sabía que ocurriría y yo le dije que Julián le diría que no porque se había cansado de esperar, pero él decidió decirselo igual.

Miré su ropa y me di cuenta que seguramente recién había llegado de Ezeiza porque seguía con la ropa de viaje de River.

¿Cuándo se lo habrá dicho? ¿Cuánto se aguantó este llanto? ¿Qué pasó? ¿Cómo se lo habrá dicho?

Al final, nos terminamos durmiendo sentados en el sillón. Teníamos día libre ya que ayer jugamos contra Cerro Porteño, así que no pasó nada.

Aunque estaba dormido, sentía a Cristián llorar sobre mi hombro.

■■■

Mediodía.

Me desperté y estaba acostado en el sillón con Cristián a mi lado. Me di vuelta y lo miré confundido, ¿Cuándo nos acostamos en el sillón? Ni idea. Tenía las pestañas mojadas y las mejillas coloradas.

Me rompió el corazón ver a Cristián así.

Y más sabiendo cuánto le costó aceptarlo.

Me levanté y empecé a cocinar. Puse el agua para los fideos y saqué la verdura para empezar a hacer el tuco mientras pensaba qué hacer con Cristián después de despertarlo para comer.

¿Le preguntaría qué pasó? Seguramente, pero eso lo iba a quebrar de nuevo y yo no quería volver a verlo llorar.

Cuando estaba apagando la hornalla donde anteriormente estaba la olla del tuco, sentí ruido a mis espaldas y cuando me giré comprobé que era mi amigo que se había despertado. Lo ví y le sonreí, él me devolvió la sonrisa.

Pero seguía con la mirada triste y perdida.

—Opa, cocinaste y todo—. Dijo irónicamente, con una sonrisa de lado, mientras agarraba los platos para poner la mesa.

—Obvio, pa', ¿Qué te pensas que soy?—. Le pregunté retóricamente y él se rió mientras negaba.

Terminó de poner la mesa y yo llevé los fideos, el tuco y el queso para que se pusiera lo que quisiera a gusto. A mí me gustaba que tuviera más fideos que tuco ya que el caldo no me gusta tanto.

Horas | Santiago Sosa x Cristián FerreiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora