veintitrés

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|Capítulo XXIII: "Matar"|

"De mis errores nunca aprendí,
te perdí por mi locura en un desliz.
Ella mataba por ti..."

13 de Junio.

Gianna estaba jugando con Francesca (la hija de Driussi, su ahijada), Bautista y Mía a las escondidas, siendo ayudada por Luca, Indio y Bernabeú a encontrarlos, cuando Cristian Ferreira entró por la puerta. Ella estaba contando, entonces, cuando escuchó la puerta abrirse se dio vuelta, encontrándose con su hermano.

Inmediatamente lo observó confundida, se suponía que él iba a volver recien el 18, dos días antes de que empezara la pretemporada con Colón, no el 13. Él había vuelto cinco días antes. Le pareció sospechoso, entonces comenzó a buscar pistas en su vestimenta; estaba toda desaliñada y su bolso estaba mal cerrado. Por lo cual, concluyó que había vuelto de último momento. Su hermano todavía no la miraba a los ojos, pero ella ya estaba preocupada.

—¿Qué pasó, amor?—. Preguntó, en un susurro, casi inaudible. Él tiró su bolso al piso y la miró, ella notó las lágrimas en sus ojos. Sea lo que sea que haya pasado era importante.

—Santi—. Respondió él, con voz rota, y ella asintió.

—Ya estoy contigo—. Dijo y se dio la vuelta para irse a su cuarto, el cual compartía con Girotti para despertarlo—. Amor, Fefe, despertate—. Pidió mientras lo movía fuertemente y él abrió los ojos.

—¿Qué pasó?—. Preguntó y ella hizo una mueca, fue suficiente para que Federico se diera cuenta que estaba pasando algo grave de verdad.

—Necesito que cuides a los nenes un par de horas, a los perros también—. Respondió y él asintió, mirándola raro—. Cristian acaba de venir y está medio mal, no me puedo encargar de él sí estoy cuidando de los nenes. Por favor, sabes que es lo más importante que tengo—. Admitió, lagrimeando.

Él le robó un pico que la hizo sonreír.

—No me saques nunca esa sonrisa de la cara—. Comentó, levantándose, yendo para el comedor.

—¡Pica!—. Exclamó con una sonrisa Bautista, quien comenzó a cargar a Indio a modo de celebración. Girotti sonrió y Gianna comenzó a buscar a Ferreira con la mirada, no lo encontró.

—Amor, ¿Sabés a dónde está tío Cris?—. Preguntó, mirando hacia Bautista y él señaló el cuarto del cordobés—. Gracias, mi rey—. Agradeció cuando se dio la vuelta—. Ah, Fede, Mía está escondida abajo de la mesa y Francesca en la cocina. Te amo—. Dijo yéndose en busca de su hermano.

Lo encontró tirado en la cama de Montiel, mirando el cielo estrellado que estaba en el techo que siempre logró tranquilizarlo. Ella sin pensarlo mucho, se acostó junto a él en la cama, y tomó su mano. Se río cuando se dio cuenta que la mano con la cual tomó la mano de Cristian, tenía tatuado en la muñeca: "Cristian" y la de él tenía tatuado: "Gianna".

Él la miró con los mismos ojos llorosos y la abrazó como sí su vida dependiera de ello. La cabeza de Gianna volvió a cuatro años atrás, cuando el cordobés todavía seguía llorando a Kelsea, cuando no podía solo, cuando tenía declives. Ella también lo abrazó como sí su vida dependiera de ello. Cristian es, sin mentir, la persona más importante de su vida.

Sí algo grave le pasa, no se lo perdonaría jamás.

—Te amo, Gian—. Dijo él y ella asintió, separándose un poco.

—¿Vas a decirme por qué estás así?—. Preguntó, suavemente.

—En Atlanta parecía buena idea, pero en el avion lo re pensé y lo peor que pude hacer fue hacerle caso a la otra boluda con esto. Sí él...—. Dejó de hablar porque escuchó las risas de los nenes—. ¿Por qué tenés a todos los nenes y a los perros acá?—. Preguntó, frunciendo el entrecejo.

Horas | Santiago Sosa x Cristián FerreiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora