tres

584 34 66
                                    

|Capítulo III: "Observar"|

"No es lo mismo mirar que observar; el que mira, dirige la vista, pero el que observa, detiene la mirada y atesora el momento"

5 de Octubre, 2019

Mediodía.

Y ahí estábamos, otra vez.

Otra vez estábamos en el vestuario luego de un tedioso entrenamiento de cara al partido contra Patronato por la Superliga Argentina de Fútbol.

Y, otra vez, veíamos a Chino y Cache chapar o , mejor dicho, casi coger.

Martínez Quarta estaba contra el casillero de Montiel mientras éste último lo besaba, casi que lo comía, y le tocaba el orto. Realmente, a nadie le importaba ni le molestaba verlos así, ya era algo normal. Lo que sí nos molestaba era que cada vez que se estaban besando o tenían alguna muestra de cariño enfrente de nosotros, Exequiel empezaba a quejarse de que Gonzalo todavía no le compró el IPhone que habían apostado por sí volvían.

Lo que hacía que el central y el lateral de River se separaran y que el Cache le dijera con tono cansado y algo harto:

—Pero sí me dijiste que el X no te lo comprara porque iba a salir otro que, supuestamente, es mejor. Dejá de romperme los huevos un minuto, Exequiel.

Lo que hacía que todos en el vestuario soltaramos el típico "Uh" y que hacía que Pala le gritara al Chino:

—¡Y vos, cornudo, me debes un kilo de helado!

Lo que hacía a Lucas reír y a Gonzalo negar con la cabeza.

Todos los días pasaba eso, ya me había acostumbrado. Ya estaba acostumbrado, pero no estaba acostumbrado a tener un Julián tan apagado al lado mío.

Julián siempre fue una persona de risa fácil, siempre fue alguien que se ríe de cualquier cosa, alguien que siempre está feliz. Julián siempre fue verano, él hacía que con ver su sonrisa te sintieras en calma, como lo que suele hacer el Sol en las tardes de verano. Cristián siempre fue invierno, frío y distante, pero hermoso al verlo desde adentro de tu casa.

De Cristian quedaba sólo el tronco y las raíces, pero no sus hojas, lo que lo caracterizaba. En cambio, Julián siempre estaba en constante cambio, sus flores seguían floreciendo.

Creo que por eso siempre quise que fueran pareja.

Creo que por eso supe que no iba a funcionar.

Porque ellos eran demasiado distintos y lo que a uno le faltaba, el otro lo tenía, pero en exceso.

No tenían lo justo y necesario para darle al otro.

Y ahí es donde yo aparecía.

Siempre me autopersiví como el Otoño, siempre fui Otoño, al principio fue más porque mi color de pelo es muy parecido al tono marrón rojizo que tienen las hojas cuando ya hace varios días se cayeron, pero después, al hacerme amigo de ellos cambió.

Al ser amigo de Cristián y Julián. Al ser amigo del verano y el invierno, al ser amigo de una persona que le faltaba tanto y de una que tenía demasiado, mi percepción del Otoño cambió.

El Otoño tenía lo que al Invierno le faltaba; tenía hojas, aunque se estuvieran cayendo. El Otoño tenía el frío necesario para que el Verano no sea tan caluroso. El Otoño podía tener lo que le faltaba al Invierno y lo que tenía el Verano, pero no de manera excesiva.

Horas | Santiago Sosa x Cristián FerreiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora