Prólogo

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-¡Edward! ¡Edward!- escuchaba los gritos de aquella dulce vocecita que hace mucho tiempo no escuchaba- ¡Edward!

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-¡Edward! ¡Edward!- escuchaba los gritos de aquella dulce vocecita que hace mucho tiempo no escuchaba- ¡Edward!

Cerró sus ojos al tiempo que imaginaba el bonito rostro redondo, con su respingada nariz y aquellos ojos de un azul tan peculiar, tan característico de ella.

No debería estar viendo aquel rostro, porque se suponía que estaba haciendo aquello por alguien más, alguien cuyo nombre incluso se le olvidaba cuando imaginaba a aquella hermosa ojiazul.

-¡Abre los malditos ojo pelos de estropajo!- escuchó el grito a la par que sentía el cálido cuerpo impactar con el de él.

La abrazó sin siquiera poder creerlo, la atrajó hacia la sombra, y sin abrir los ojos la apretó más hacia él.

-Edward me encanta que te veas tan sexy, pero deja está maldita locura y abre los ojos ahora- le ordenó Larissa mientras tomaba su rostro con ambas manos.

El cobrizo abrió los ojos y salió de su enseñacion, solo para darse cuentas de que Dion efectivamente se encontraba con él.

-¿Qué... Qué haces aquí?- preguntó una vez que de verdad reaccionó.

-¿Tú qué crees? Salvando tu trasero y ganandome un castigo monumental- contestó Larissa en un tono obvio.

-¡Edward!- se escuchó el grito de la castaña y Dion blanqueó los ojos.

-Si me sueltas por abrazarla a ella juró que te golpeare- amenazó la ojiazul.

-No lo haré- susurró en el lobulo de la pequeña rubia.

-Bella- dijo en tono extrañado al ver que Swan estaba viva.

-Aquí estoy- contestó Bella en el tono más apasionado que pudo.

Larissa hizo un gesto de asco y le dió un codazo a Edward cuando se atrevió a acariciar la mejilla de Bella.

-Hay que movernos- presionó Dion poniéndole mala cara al lector de mentes y a su novia.

-Aro quiere verte de nuevo- se escuchó la voz de Félix a sus espaldas.

-Claro- respondió Edward con toda tranquilidad- Bella, Dion vayan a disfrutar del festival- les indicó apretando la cintura de la ojiazul.

-Las chicas vienen con nosotros- intervinó Félix nuevamente.

-No, vete al infierno- respondió Edward con tono amenazante.

La cerradura de la puerta se rompió, y gracilmente Alice apareció tras su hermano y su sobrina.

-Vamos chicos, no creo que quieran dar un espectáculo- comentó la pixie.

-Nunca lo haríamos- habló Demetri.

-Suficiente- se escuchó una delicada voz detrás de los vampiros de la guardia

-Jane- murmuró Edward quitan su posición defensiva.

-Aro me envió para ver por qué tardaban tanto- explicó la pequeña rubia que acababa de aparecer.

-Ah, si no lo hago terminaremos muertos, y la única persona autorizada a matarme de forma metafórica es mi mamá- dijo Larissa mientras cerraba sus ojos azules.

Félix, Demetri y Jane se quedaron estáticos en su lugar, Dion volvió a abrir los ojos que está vez estaban de un contorno mucho más oscuro, y el azul celeste se marcaba exageradamente por todo su iris.

-No se queden ahí parados, busquen la forma de salir de aquí- apresuró Larissa a Edward y Alice.

Alice se acercó dando saltitos hasta Demetri, le retiró su capa y se la tendió a Edward y el lector de mentes se la puso.

-Ahora si, a correr- indicó Alice.

-Tú carga a Dion, y yo me llevo a Bella- comentó Edward y la ojiazul le envío una mirada asesina.

-Vas a estar en muchos problemas- le dijo Alice a su sobrina.

-Lo sé tía, pero es mejor un castigo de mi madre a un castigo de estos excéntricos reyes- respondió Larissa subiendo a la espalda de Alice.

-¿Cuánto más va a durar?- preguntó Edward mientras cargaba a Bella.

-Hasta que vuelva a parpadear- respondió Dion con una sonrisa.

-Bueno, vamonos ahora-

Los hermanos Cullen desaparecieron, y una vez que el efecto pasó, los tres vampiros de la guardia se quedaron aturdidos.

Los hermanos Cullen desaparecieron, y una vez que el efecto pasó, los tres vampiros de la guardia se quedaron aturdidos

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