Daughter of evil (Kimetsu no yaiba y tu)

032. Especial. Kyanbasu Hasunohana.

Mi nombre es Kyanbasu Hasunohana.

Hija de Tatakaiken Kyanbasu y Hana Kyanbasu.

Tenía dos hermanos, uno mayor de nombre Yamabi y una menor de nombre Rōzu.

Mi hermano mayor y yo entrenabamos arduamente en el dojo que le ha sido heredado a la familia de mi padre durante generaciones. Éramos los mejores.

En el día de mi cumpleaños número 14, toda mi pequeña familia organizó una reunión por mi cumpleaños. El único que faltaba en la dichosa reunión, era mi hermano, por lo que mi hermanita menor salió a buscarlo.

Primer error.

Habían pasado varios minutos, y ninguno de ellos regresaba. Por lo que mi padre salió a buscarlos.

Segundo error.

Pasaron varias horas y era de noche, por lo que muy preocupados salimos a buscarlos.

Tercer error.

Cada quien se dividió por partes, unos buscarían en el bosque, otros en el dojo y yo y mi madre preguntaríamos a los vecinos.

Mi madre y yo nos separamos para cubrir más terreno, fijamos una ubicación para encontrarnos luego de haber preguntado.

Cuarto error.

Luego de haberlos buscado alrededor, decidí regresar a la ubicación acordada, para ver si al menos mi madre pudo encontrar algo.

— Hemos buscado por casi toda la noche, ¿Los demás habrán encontrado algo? —me abracé a mi misma en busca de calor.

Al llegar, en lugar de encontrarme con mi madre esperandome o con la mismísima nada, lo único con lo que me encontré fue con mi madre tirada en el suelo boca abajo con una gran mancha roja rodeándola.

Corrí lo que me quedaba de camino, raspandome las rodillas al dejarme caer de rodillas a un lado de mi madre.

— ¡Madre!¡Madre! — la movi ligeramente de la espalda. Al no ver reacción alguna, le di la vuelta, viendo la sangre caer de sus labios y sus ojos casi sin vida.

Vi que mi madre movió sus labios, murmurando algo, por lo que me recogí el cabello y acerque mi oreja lo suficientemente cerca como para poder escucharla.

— C-co....rre.

— ¿Que?

— Co...rre.

¿Correr? ¿Por qué? ¡No podía dejarla aquí!

— ¡No!¡No puedo dejarte aquí!¿¡Que sucedió, madre?!¡Dímelo!

Quinto error.

— ¡Valla! Parece que está familia nunca acaba. —escuhé a mis espaldas.

Inmediatamente volteé, encontrándome con un hombre vestido como si fuera una deidad. Lo que más destacaba de él, era su extrañamente piel pálida y sus extraños ojos arcoíris, además de sus afilados colmillos....manchados de un líquido carmín.

— ¿Q-qué? —mire con miedo a aquel ser.

¿A qué se refiere?

— De seguro has de ser la hija de esta mujer... ¿Y tal vez la hermana de la pequeña que estaba persiguiendo?

¿Acaso hablaba de Rōzu?

— ¿Perseguir? —pregunté sin comprender.

Aquel hombre soltó una risita mientras se cubría la boca con uno de sus abanicos.