12. Salón de la Mansión Hesenhefer

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-Bel-sempai eres idiota.

Le había dado permiso al jefe enemigo para atraparme. A mi. A la persona que supuestamente quería. No lo podía creer. Me llevó hasta el centro de la pista de baile.

-Herr* Marco... Yo no sé bailar...

- No se preocupe meine dame*. Yo la ayudaré.

Me cogió por la cintura y me acercó más a su cuerpo. Me quedé totalmente quieto, congelado, como una estaca. Me agarró una mano y me la pusó  en su hombro y me cogio la otra y me empezó a moverme. Me movía herméticamente, como un robot. Entonces, acercó su cara a la mía y giré la cara.

Al cabo de un rato, pude seguir los pasos de ese hombre... Hasta nos reíamos.

-Como es Marco... Ja ja ja...

-Es bellísima Erika, ¿como alguien como usted está con un hombre como Luka?

-Pues... Porque Luka... Es el chico perfecto para mí. Encontrarle ha sido lo mejor que me ha pasado nunca...

Un camarero nos trajo una copa de vino y un vaso de a saber qué. Yo cogí la copa y bebí.

-¿Le gusta Erika?

-Sí... Muy bueno...

Mentí. Odiaba el alcohol. Me daba asco. A no ser... Recordé el primer beso con el rubio. Le sabía la boca a alcohol pero, no me desagradó para nada.

Tomé dos copas solamente pero el jefe  enemigo se bebíó cinco o seis vasos. Era mi oportunidad.

-Marco, ¿ podríamos ir a un sitio más privado?

-Claro kostbarkeit*

Me dio un asco tremendo tanto la voz melosa que puse como la reacción del hombre este. Me cogió de la mano y me sacó con prisas del salón. Subimos hasta una gran habitación (supuestamente la suya) y cerró la puerta con llave.

Me asusté. Se acercó hacia mí y yo retrocedí y hasta que me topé con la cama. Se abalanzó sobre mí y empezó a abusar de mí. Me rompió el vestido y yo empecé a llorar. No quería... No quería que ese hombre me tocara...

-Bel-sempai... Ayúdame

Entonces, alguien entró en la habitación rompiendo la ventana. El jefe enemigo se quitó de encima mía. Cuando miré al intruso vi que era Bel-sempai.

Lanzó dos cuchillos al enemigo. Uno se le clavó en el corazón y el otro le rajó la garganta. La sangre nos manchó los dos. El me miró y yo aparté la mirada totalmente avergonzado. Me abrazó con fuerza y lloré en su hombro.

-Lo siento rana. Siento esto. No permitiré que te vuelvan a hacer daño.

Permanecimos asi un buen rato hasta que me tranquilicé. Entonces me tendió de ropa y me cambié. Pero todo se torció. Los hombres del jefe enemigo entraron y al verle en el suelo, desangrado y a nosotros dos (ya había quitado la ilusión), empezaron atacarnos y tuvimos que ir por la ventana.

CONTINUARÁ

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*Herr-Señor

*Meine dame- Mi dama

*Kostbarkeit-Preciosidad

Prince and the FrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora