8. Calles alemanas

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Estúpido Bel-sempai y estúpida forma femenina. Quedarseme mirando al pecho... Cuando le cogí la cabeza no sabía lo que hacía, quería que me mirase a los ojos. Dios qué mal. No sé porque ahora le veía más atractivo que cuando no había hecho la ilusión. Además, había tenido un impulso de besarle, menos mal qué dije lo de que la actuación. Me costó hacerlo pero era necesario. Somos hombres y no podíamos ser pareja. ¡Es antinatural!

Salí del hotel y me dirigí a alguna tienda de ropa femenina para poder comprarme el vestido. Recordé las palabras de Bel-sempai. ¿Ir guapo o morir desangrado? No sé que prefería la verdad.

Llegué a una tienda donde había trajes de fiesta tanto para hombres como vestidos para mujeres. Fui directo a los trajes y me puse a buscar uno para mí. No recordaba para nada la ilusión hasta que una dependienta se acercó a mí y me habló.

-Buenos días señorita, ¿puedo ayudarla en algo?

Miré a la dependienta. No era alemana, tal vez española. Tenía el pelo marrón claro hasta los hombros y un vistoso flequillo color rosa. Sus ojos eran marrones, algo raro en Alemania. Era de mi estatura y bastante delgada. Era guapa pero no me atraía mucho. En el pecho llevaba una placa con su nombre: Mei. Tuve que improvisar como pude que era una chica.

-Estoy buscando un vestido para una fiesta muy importante y para gustar a un hombre.

-Muy bien. Acompañeme.

La seguí por un pasillo lleno de vestidos de todas las formas, tallas y colores. Me llevó hasta una gran sala con un gran espejo.

- Siéntese mientras busco un vestido acorde con usted.

Salió de la sala y pude estar solo. Me mataría si pudiera... Había dicho que quería gustar a un hombre. El mundo se debía haber vuelto loco. Que sí, que vale, que sentía algo por Bel-sempai. Amor, tal vez. Pero éramos hombres y no podía ser. Aunque estaba enamorado de él, jamás estaríamos juntos. Aunque me duele un montón y se me rompió el corazón. Noté que se me nublaban los ojos. No podía llorar, no debía hacerlo.

-Soy un idiota integral

La dependienta que se llamaba Mei regresó con tres vestidos: uno rosa, otro rojo y el último negro.

Me los estuve probando uno a uno pero ninguno me acababa de convencer. Sólo hubo uno que me gustó más que los demás. El negro. Era palabra de honor negro con flores blancas en la cintura y con doble falda, un forro que hacía de falda corta y sobre el forro una falda de gasa negra que llegaba hasta el suelo. Después elegí unos zapatos de tacón negros con una florecita blanca y pagué.

Cuando llegué a la habitación, vi una nota sobre la cama. La cogí y la leí.

Te espero en el bar del hotel. No tardes. Belphegor.

Me cambié rápido. Cuando intenté andar con los tacones casi me caí al suelo. Fui al baño y descubrí un set de maquillaje. Sonreí. Me maquillé con colores claros y me peiné con un moño alto.

Salí de la habitación y me dirigí al bar el hotel. Allí me encontré a un chico rubio con un traje blanco sentado en la barra. Me acerqué lentamente hacia él con el corazón latiendo muy rápidamente.

CONTINUARÁ

Prince and the FrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora