13. Bosque Alemán

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Nos habían pillado. La rana había deshecho la ilusión y se había cambiado cuando los guardianes enemigos entraron en la habitación. Empezaron a atacarnos por lo que tuvimos que saltar por la ventana. Yo caí bien, pero la rana no, se notaba que nunca había hecho nada parecido. Le ayudé a levantarse y corrimos lo más rápido posible.

Conseguimos darles esquinazo metiéndonos en una cueva. La rana estaba temblando, creí que tenía frío, así que le abracé para intentar darle calor. Permanecimos un buen rato en silencio, esperando a que nadie se asomará la cueva.

-Bel-sempai... Tengo miedo...

-Shhh... Tranquilo ya estoy aquí.

-Creí... Creí que ese hombre me iba a...

-No lo hubiese permitido. Eres mío.

Estaba llena de rabia. De no haber llegado a tiempo... Ni me lo quería imaginar. Me hubiese ensañado con su cuerpo. Yo era el único que podía tocar a la rana. Yo y sólo yo.

La rana me miró bien sus ojos pude ver un leve brillo de felicidad. Lo había "conseguido".

La rana se acercó más a mí y con lo que, a mi parecer era la timidez de una colegiala enamorada, depósito un leve beso en mis labios. Permanecimos así durante unos segundos antes de que éste se separase.

Ahora no era yo (en cierto modo sí), ver tanta sangre había despertado mis peores bajos instintos, y aquel beso, por inocente que fuera, no había hecho más que avivarlos. No quería hacerlo, pero no pude contenerme. Me abalancé sobre la rana y el, intentó que me quitase, pero no lo consiguió. Le desnudé mientras besaba cada centímetro de su piel. Sus manos, temblorosas, intentaban desabrochar los botones de mi camisa. Me separé un poco, dejandole espacio para que pudiera ser lo que quería.

No podía evitar sentirme de una forma distinta. Incluso parecía que la rana se lo estába pasando bien.

A cada nuevo roce, a cada nuevo sonido, a cada nueva embestida, la rana y yo estamos más unidos. Acabamos rendidos. La rana me miró y me sonrío (la primera vez, creo) antes de quedarse dormido. Aprovechando que estaba dormido, me vestí y le vestí con cuidado para no despertarle.

Entonces, oí un ruido del exterior. Parecían pisadas. Me acerqué lentamente con cuidado a la boca de la cueva y me quedé blanco al ver lo que había fuera. Un montón de personas muy cerca de nosotros. Corrí hacia Fran y le desperté.

- Rana, rana. Despierta, tenemos que irnos.

Se despertó y le conté lo que había visto. Salimos de la cueva con todo el sigilo del mundo, pero aún así nos descubrieron.

Corrimos todo lo rápido que pudimos, pero entonces, oí el grito de la rana y cómo se caía. Cuando me giré, vi que tenía una flecha clavada en la espalda. Saqué a Mink de su caja y se encargó de los enemigos. Yo agarré a Fran y le llevé a otro lugar. Sangraba mucho y cada vez estaba más pálido y le costaba respirar.

- Rana, por favor, resiste...

Las lágrimas recorrían mi rostro, no podía creerlo.

-Fran... Por favor...

-Te-tengo frío y sueño...

- No te duermas por favor. Mírame a los ojos.

De la boca de la rana, empezó salir un hilo de sangre y de sus ojos, caían las lágrimas rojas. No podía ser su fin. Nuestro fin...

- Fran, por favor, no me abandones... Te quiero.

-Te quiero Bel-sempai...

Deposité un beso en sus labios y él, no pudo ni responderme. Le había perdido para siempre...

-No... ¡No! ¡NO!

Me abracé a el y lloré durante toda la noche.

CONTINUARÁ

Prince and the FrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora