Hogar, dulce hogar

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I'm going back to New Orleans to wear that ball and chains

El exótico barco de vapor avanzaba con lentitud sobre las aguas del río Mississippi, Bill se detuvo a unos metros de ____ con una botella de gaseosa en su mano. El sol del atardecer caía encima de ella intensificando el color dorado de su piel y volviendo rojizas las puntas de su cabello castaño que había vuelto a crecer hasta la mitad de su espalda. En una silla detrás de ella con unos graciosos lentes de sol se encontraba Acho durmiendo con las patas hacia arriba.
La idea de irse sin contarle a nadie dónde ni por cuánto tiempo había sido de Bill, la idea de seguirlo sin ningún tipo de cuestionamiento había sido de ____, el que comenzaba a arrepentirse de esa decisión era Bill. Había parecido completamente valiente y temerario dejarlo todo de la noche a la mañana e irse juntos, pero con un poco de perspectiva se podía sospechar la presencia de un error, aunque ambos se sentían demasiado enamorados para advertir ése error o para que les importe.
-Aquí tienes- Bill sonrió acercándole la botellita de vidrio, ____ agradeció antes de pegarla a sus labios y beber soltando un Aaahh, hacía bastante calor y la botella transpiraba tentadoramente- no sé cómo puedes beber algo así, el color no es muy atrayente.
-Éste es el mejor invento del mundo, Bill. Deberías probarla, no sé por qué te resistes.
-Es de color negro y hace muchas burbujas, repito que parece veneno.
-Es felicidad embotellada- insistió ____ repitiendo el eslogan de la famosa gaseosa.
-Lo que tú digas...-____ tamborileaba sus dedos al compás de la música de jazz que sonaba de fondo, Bill veía la espuma que dejaba el barco al avanzar sobre el río y las casas coloridas del barrio francés en Nueva Orleans- ¿Estas segura de ésto? No te quiero presionar.
-William...- se quejó ____ poniendo los ojos en blanco- ya hablamos sobre ésto. No hay nada ahí, ¿Cierto? Nada más que recuerdos...
-Según tú todo fue consumido por el fuego y en la actualidad eres la única que sigue viva o éso creo. Pero de todas maneras me da miedo lo que te pueda producir, sé que traerte aquí fue mi idea pero estoy pensando que quizás no sea lo mejor...
-Iremos, Bill. Dijiste que no ibas a dejar que nada me lastime otra vez, y estoy segura de que es cierto- entrelazó su brazo con el suyo y se apoyó en su hombro mirándolo de una manera dulce que confortó a Bill- ¿Avisaste en tu trabajo? No quiero meterte en problemas...
-Me deben un par de favores bastante grandes así que no te preocupes por éso, el tema aquí es lo que nos hará Sirius cuando regresamos- dijo soltando una carcajada- ¿No te arrepientes?
-No, tengo aquí todo lo que necesito.
-Yo también.
-Lo decía por Acho.
-Yo también- repitió Bill entre risas, ____ suspiró antes de volver a acurrucarse contra él.

Nueva Orleans tenía un cúmulo de historias fantasmagóricas entre sus calles de adoquines y música pero la que se había esparcido con rapidez en los últimos años fue la del misterioso incendio en el "Internado para Señoritas de Alta Sociedad". Los vecinos habían visto ir y venir al grupo de niñas siempre acompañadas por una profesora o directora. Eran calladas, correctas, educadas y misteriosas. A veces salían a pasear por la ciudad, siempre en una ordenada fila como si quisieran protegerse entre ellas, moviéndose de manera uniforme, llamando la atención de todos. No hablaban si no era estrictamente necesario pero siempre miraban a los ojos dejando una sensación confusa tras sus pasos. Cada lunes un camión del mercado del pueblo entraba en el Instituto repleto de provisiones para toda la semana sin falta y sin ninguna alteración en el horario ni los modos, los empleados que tenían el privilegio de ver algo más que la fachada delantera de la enorme casa decían que siempre les pagaban una generosa propina pero que fuera de éso no había nada extraordinario. Las alumnas nunca hablaban con ninguno y ellos habían aprendido a aceptarlo con naturalidad.
Después de todo el Instituto había estado ahí muchos años antes de que los vecinos más antiguos se instalaran en la ciudad y nunca había sido causa de problemas. Para toda la ciudad no era más que un lugar donde los padres ricachones descansaban de sus hijas rebeldes y caprichosas. Todas transformadas en mujeres castas y perfectas, incapaces de dañar a alguien o cuidar de sí mismas.
Ésa era la imagen exterior del respetado Instituto de Señoritas. Claro que esa imagen de perfección cambió la noche del incendio.
El fuego se desató en la madrugada con un velocidad y voracidad sobrehumanas, los peritos declararon que lo había comenzado una vela olvidada en el sótano, la llama había alcanzado unas cajas de artículos de limpieza y las sustancias inflamables habían contribuido al desastre rápidamente pero nadie expresó en voz alta los reales pensamientos. Una vela no podía provocar ése desastre en menos de treinta minutos y de todas maneras no explicaba por qué ninguna de las más de ochenta mujeres y niñas habían podido escapar de las llamas y al parecer ni siquiera intentarlo ya que muchos cuerpos habían sido encontrados en la cama, como si hubiesen sido dormidas a propósito para evitar que huyeran. Tampoco hicieron ningún comentario sobre las imágenes extrañas que salían del fuego, la incapacidad de los bomberos para poder controlarlo pero la manera súbita con que había terminado sin necesidad de agua, y claramente no habían mencionado la desaparición de cinco cuerpos.
Para 1996 ya nadie pasaba por la puerta del viejo Instituto de Señoritas si podía evitarlo y a Bill sólo le bastó un vistazo desde la vereda del frente para entender el por qué.
En su vida de estudiante de Hogwarts y en su trabajo como rompedor de maldiciones Bill había visto muchas cosas que a cualquier persona le producirían pesadillas, la diferencia era que él no conocía a nadie que haya sufrido de manera directa en esos lugares que recorría. Y en cambio sí conocía y se podía imaginar por todo lo que había pasado ____ en la abandonada mansión del otro lado de la calle.
Lo que Bill sintió al ver la casa por primera vez fue en parte desilusión. Si bien el pasado de ____ seguía siendo un misterio en muchos sentidos, lo que había llegado a conocer de él había alimentado su imaginación lo suficiente como para esperar encontrarse con una construcción más grande. No podía negar que le generaba cierta inquietud mágica desde afuera pero parte de la arquitectura que llegaba a apreciar no tenía comparación con el castillo de Hogwarts al que estaba acostumbrado, con sus inmensos terrenos que abarcaban un campo de quidditch, un lago y un bosque. Aunque luego pensó lo ilógico de su decepción ya que el Instituto mágico que estaba enfrente suyo se erigía en medio de una ciudad muggle, muchos autos pasaban por sus puertas y los comercios no escaseaban por esa zona.
El Instituto para Señoritas estaba ubicado en un terreno de cien hectáreas rodeado por un muro de piedra, se ingresaba a través de un pesado portón de hierro muy similar a todos los que habían en Nueva Orleans  con las puntas redondeadas formando dibujos circulares, aunque Bill pensaba que incluso sin ése portón nadie hubiese querido entrar. Una pesada cadena enganchada a un candado colgaba de las rejas debajo del letrero que advertía que la zona tenía peligro de derrumbe, las hiedras se habían enredado tanto a los muros como a la verja y cuando Bill se paró detrás de ____ intentando mirar algo no pudo percibir nada más que un difuso camino cubierto por la maleza y los árboles que se habían adueñado del lugar.
-Aquí es- dijo ____ tocando suavemente el candado- ¿Lo puedes abrir?
-¿Estas lista?- preguntó Bill sacando la varita del bolsillo.
-No, pero al menos sigo sin recordar demasiado de éste lugar. Presiento que de otra manera sería imposible hacerme entrar.

Lo que empieza en Egipto (Bill Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora