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Después de casarse con Mobei-Jun y convertirse en el consorte del gobernante del Clan Mobei, Shang Qinghua creyó que las cosas mejorarían al menos un poco para él.

Que equivocado estuvo.

Incluso después de haber oficializado los votos matrimoniales por los ritos tradicionales de los demonios en el ostentoso salón principal a la vista de los gobernantes de todos los clanes vecinos y los demás señores de la cumbre aguantando el usar un ridículo traje de novia que le hizo querer llorar por el peso de este durante toda la ceremonia, Shang Qinghua espero que todo mermaría.

Lamentablemente las cosas nunca salen como él quiere, desde morir de una forma penosa hasta aguantar humillaciones a lo largo de su vida al transmigrar para mantenerse a salvo, jamás se le dio un verdadero respiro, incluso casado siguiendo todos los protocolos demoniacos continúa siendo despreciado por los demonios que le conocen, ¡inclusive los sirvientes del palacio son así de irrespetuosos!

Claro, para ellos debió ser una sorpresa ver como un vil espía que sirvió como uno más de ellos en aquel palacio paso de un momento a otro a convertirse en el señor al que debían servir y obedecer.

Si bien cumplen con sus tareas a regañadientes, Shang Qinghua se ha acostumbrado a revisar sus comidas antes de probarlas.

Su señor desconoce aquello, no hay manera de que él vaya a lloriquearle por algunas miradas desagradables o comentarios malintencionados que sueltan idiotas al azar cuando creen que no los escuchan, aquello solo acarrearía consecuencias negativas en lo que a mando y política se refiere, por lo que solo le queda callar.

No es como que su esposo no se dé cuenta de ciertas cosas, él mismo se llegó a mostrar fuertemente disgustado cuando uno de los ancianos del consejo ofreció la idea de usar concubinas para que de esta manera Mobei-Jun tuviera descendencia directa y no se vea obligado a delegar su trono a alguien más fuera de la rama principal del clan tras su retiro.

Además de que la llegada de un heredero podría mermar nefastos planes de las demás líneas menores del clan Mobei que van tras el trono y evitar un caos futuro, al menos por un periodo de tiempo.

El plan de una concubina no es meramente malo, pero la idea es enteramente desagradable para la pareja.

Mobei-Jun es físicamente incapaz de tocar a alguien además de su esposo y Shang Qinghua sería capaz de ir contra el consejo entero al encontrar a una desconocida en sus aposentos.

Así que no, las concubinas están totalmente descartadas.

En conclusión, está jodido.

Un par de años han pasado desde su unión formal y las cosas no cambiaron demasiado, pero dentro de todo no existió un gran cambio más allá de los tratos de su señor, tampoco es como si una vida entera en situaciones similares e incluso peores con la gente que le rodeaba no lo hubieran forjado para este tipo de cosas.

Además, tiene a Mobei-Jun de su lado, lo cual es suficiente para hacer sus días más felices. La recompensa de acurrucarse entre grandes mantos de piel que cubren su cuerpo otorgados por su señor mientras este lo abraza por la espalda es suficiente para hacerle reponerse de todas las malas pasadas del diario vivir.

—Partiremos en breve, ¿está todo listo? —Mobei-Jun aparece a su lado sin hacer el menor ruido, observando curioso el carruaje que está siendo cargado.

—Están terminando de cargar los presentes y el equipaje, nos iremos en un rato.

El otro no responde nada, dedicándose únicamente a observar a un par de sirvientes acomodar todo con evidente desgana.

Ah. Lamenta para sus adentros. Aún sigue molesto.

—Mi señor —sus palabras logran captar la atención del hombre quien ahora dirige sus fríos ojos celestes hacia él, por lo que continúa hablando con un tono dulce y conciliador—, el viaje pasara rápido, el carruaje está acomodado para todas las necesidades que requiera y tendremos gente a nuestro servicio. Verá que será lo menos incómodo posible.

Pese a sus palabras el disgusto en la expresión de Mobei-Jun no cambia y no es para menos. Viajar a las tierras de Moshu representa grandes limitaciones e incomodidades para su señor.

Privado de poder teletransportarse a las tierras de las yerbateras más hábiles del reino demoniaco por las barreras de protección que estas tienen sobre su reino lo hace enfurecer, además del desagradable viaje al que se debe someter para poder llegar teniendo que aguantar variedad de climas a los que no está acostumbrado.

Sí, el trayecto hacia Moshu será un desastre y nada parece hacer cambiar de parecer a su rey.

Realmente si no fuera porque aquel viaje representa una oportunidad política extremadamente beneficiosa para ambos clanes posiblemente Mobei-Jun ni siquiera pensaría en someterse a tal tortura.

Lo único que le queda es acompañar a su consorte y hacer tanto el recorrido como la visita lo más ameno posible para él.

Cuando todo ha sido cargado y deben partir, Shang Qinghua entrelaza sus manos con firmeza, permitiendo de esta manera que la hermosa mano prístina cubra por completo la suya que es más pequeña y callosa.

Al ver un atisbo de sonrisa en los ojos de su señor y el infinito agradecimiento en ellos, Shang Qinghua se siente muy orgulloso de sí mismo.

Ahora están listos para partir.

Un narciso que brota en invierno; svsssDonde viven las historias. Descúbrelo ahora