"Una mujer se enamora aproximadamente en 15 días, mientras que un hombre se enamora en 8 segundos".
—por favor, Sam— suplica. Ruedo los ojos cansada de su insistencia.
—no, y no me digas Sam— digo tosca.
—¿tan difícil es pasarme las respuestas?— pregunto incrédulo.
—¡oh! Créeme, para nada es difícil, solo no quiero— digo encogiéndome de hombros —paga como los demás y listo.
—ahora no tengo dinero— se excusa.
—¿qué pasa con la mesada de ricachón que te dan?— pregunto con una ceja alzada, sabiendo muy bien la respuesta.
—la gaste— susurra surcándose la nuca mirando hacia otro lado.
—no es mi culpa que pongas tus vicios como prioridad— capto su atención.
Su mirada se tornó iracunda, me encogí de hombros rematando mi antiguo trabajo antes de que interrumpiera mi comida.
—eres una perra, por eso no tienes amigos— habla con desprecio.
—¿Eso en qué perjudica mi título universitario?— pregunto con sorna dándole un sorbo a mi malteada.
—te vas a arrepentir— dice marchándose dejándome sola en la mesa del comedor.
Les explico, siempre he sido buena en los estudios, y como persona pensante y que necesita dinero para no estar bajo el manto de sus padres todo el tiempo, decidí vender mi inteligencia en trabajos para otros cursos, tengo mucho tiempo libre asi que tengo todo el tiempo del mundo para cumplir con eso.
Vendo de dos maneras, la primera y más cara, es haciendo el trabajo yo, con la información necesaria; y la segunda y más barata es que el solicitante aprenda a realizarlos por sí mismo. Pocos utilizan este método y eso que es más barato, pero son muy vagos para la segunda opción y solo toman en cuenta la primera.
Este tipo, que no sé cómo rayos se llama, al parecer quiere mis servicios gratis, pero nada es gratis en este mundo.
Termino de almorzar y mientras espero la próxima clase me dispongo a dibujar figuras sin sentido en mis cuadernos.
El día termina y pasa el chófer a recogerme de la universidad.
—su padre está muy enojado—dice abriendo la puerta del vehículo dejándome entrar.
—él siempre está enojado—me encojo de hombros. El chófer trata de ocultar su sonrisa.
—quiero disculparme por lo que dijo—digo al momento que pone el auto en marcha.
—no importa— responde sin más.
—claro que sí, el trabajo es un acuerdo mutuo, usted no le está haciendo un favor a mi padre, la paga por lo que no quiere hacer, asi que no se sienta menos por eso.
—gracias, señorita.
—eres el que más me agrada de todos.
—es bueno escuchar eso.
El camino transcurre en una amena conversación con el chófer Harris, ahora sé que tiene dos hijos y su mujer murió hace ya varios años, deja a una niñera con sus hijos porque este trabajo le quita mucho tiempo. Dijo que el sacrificio era necesario si quería que sus hijos tuvieran una buena vida.
—suerte, señorita.
—gracias, Harris.
Entro por la parte trasera de la casa, no quiero escuchar los gritos de papá, de por qué me escape de la fiesta.
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Dulce Amargo [1] |Trilogía Agridulce|
Roman pour AdolescentsAlan White un ex adicto, se ve obligado a dejar sus vicios cuando le diagnostican cáncer pulmonar, desesperado intenta suicidarse, Samantha Brown sin saberlo, lo hace recapacitar, entregándole un simple paraguas. Tiempo después Samantha y Alan vuelv...