...Cute

478 62 7
                                    

Maratón (1/3)

"Existen dos clases de personas:

Las que te hacen perder el tiempo y las que te hacen perder la noción del tiempo".









A la mañana siguiente le dieron de alta, no obstante, aunque él y el doctor dijeron que está bien no me quita la preocupación. Todo paso tan de repente.

Antes de ir a su casa primero pase por la mía donde me duche y vestí para tomar una manzana y salir de allí antes de que me bombardearan con preguntas. Volví nuevamente al hospital, recogí a Alan y lo llevé a su departamento, quedaba en el quinto piso asi que tomamos el ascensor.

Llegamos, al abrir la puerta dejar ver un lujoso y hermoso departamento.

Nos adentramos al lugar, me indica donde queda su habitación, lo llevo hasta allí.

—¿Quieres algo?— pregunto, dejándolo sobre la cama.

—A ti— responde sonriendo.

—No, de comer.

—A ti.

—Déjate de bromas— digo cruzada de brazos.

—No estoy bromeando.

—Eres un idiota.

—Quiero un abrazo tuyo, sentir que cuando tus brazos me envuelvan una paz inmensa y de ti brote amor y ternura, quiero que ese abrazo nos vuelva uno solo, sentirlo como si fuera la casa que construyéramos tu y yo. Un lugar inquebrantable, sentir que tus brazos sean mi refugio, que cuando descanse me sienta seguro en ellos.

—Eres muy tierno— digo haciendo lo que me pide.

—Lo sé— dice con arrogancia.

—y un idiota.

—pero uno muy afortunado por tenerte.

—no dirás eso cuando empiece a darte dolores de cabeza.

—¿por qué estás tan segura de eso?

—simplemente, lo sé.

—uhmn no puedo llevarte la contraria ¿cierto?

—bueno, técnicamente desde que te conocí siempre me llevas la contraria— ruedo los ojos.

Agradecí que no volviera a tomar el tema anterior, no me pone de un buen humor.

También, sobre la comida, no sé ni siquiera preparar agua caliente, solo lo dije por cortesía, también tengo la opción de comprar algo.

—Oye, tu madre me hablo un poco de ti— digo recordando la corta platica que tuve con su madre.

Estaba tumbada a su lado.

—¿Qué te dijo?— pregunta, girándose hacia mí con curiosidad.

—Que eras todo un pícaro, conquistando a las chicas— digo tratando de ocultar mi sonrisa —me siento ofendida, me diste flores y no una cucaracha o algo por el estilo.

—Ahhh, no te rías pensé que le gustaría, leí que las cucarachas sobreviven a una exposición nuclear, pueden vivir sin cabeza un tiempo determinado y son muy escurridizas, para mí eso era impresionante. bueno, en ese tiempo.

—¿En serio?— pregunto sorprendida.

—Sí, para ella eran cucarachas, para mí era mi amor que le estaba entregando, sobreviviría a cualquier circunstancia que parece imposible, aunque me lastime la perdonaría y buscaría la manera de hacerla feliz— explica suspirando.

Dulce Amargo [1] |Trilogía Agridulce|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora