Enséñame

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Alan White... ¿dónde había escuchado ese nombre?

Sacudo la cabeza para salir de esos pensamientos.

Entro al auto, saludo a Harris quien abrió la puerta ahora por cortesía y no por deber.

Agradezco. Pone el auto en marcha en cuanto entra a este.

—¿cómo le fue hoy, señorita?, se ve un poco cansada— dice Harris, mirando por el retrovisor.

—sí... estoy muy agotada, hoy ha sido un día muy pesado.

—me imagino.

—Harris— vuelvo a captar su atención.

—dígame, señorita.

—¿has escuchado el apellido White con relación a mis padres? — pregunto con curiosidad.

—si— asiente —son los nuevos socios de sus padres, de hecho, la celebración recién fue con ellos.

y ahí fue cuando, lo recordé, ese chico es hijo de los nuevos socios de papá de ahí sabia mi nombre, pero no los recuerdo muy bien.

—todo coincide— susurro para mí.

—¿ha dicho algo?

—sabes ¿si tienen un familiar en la universidad que asisto?

—sí, su hijo el joven Alan White— detiene el auto frente a la casa.

Antes de bajar del auto pregunte —¿cómo sabes todo eso?— hablo con duda.

—señorita, me pagan para eso— dice como si fuera la cosa más simple del mundo.

—te pagan para muchas cosas.

—usted es muy graciosa— sonríe negando.

..........

—¿dónde está?— pregunta sentándose al frente de mí. Miro su rostro y la reconozco, es la chica de ayer.

Busco en mi bolso su trabajo y se lo entregó.

—toma.

—gracias, espero que todo esté bien— dice levantándose para marcharse. Miro a todos lados, buscando con la mirada a Maximiliano.

—siempre lo está— digo encogiéndome de hombros.

—¿A quién buscas?— capta mi atención, tiene el ceño fruncido.

—al mal nacido de Maximiliano— gruño molesta, algo me dice que tuvo algo que ver con mi malestar estomacal del día anterior.

—Se rumora que está de vacaciones con una rubia...— vuelve a tomar asiento, pero esta vez su tono de voz es de emoción —¿eres su novia? — pregunta asustada creyendo que ha metido la pata.

—no— digo con el ceño fruncido.

Se marcha sin más con su trabajo en mano.

Ese desgraciado se las verá conmigo.

Salgo de mis pensamientos al ver que aquel chico se sienta al frente de mi apoyando sus codos en la mesa y me mira sonriente.

—¿sucede algo?— pregunto extrañada. Niega —entonces ¿qué quieres?

—estar contigo— responde con una sonrisa de oreja a oreja. Niego.

—oh no, lo mío contigo fue un error que no se volverá arrepentir.

—no hablo de esa forma.

—¿entonces?

—quiero estar a tu lado, conocernos y quien sabe, puede que termines siendo la madre de mis hijos— eleva sus cejas repetidas veces.

Dulce Amargo [1] |Trilogía Agridulce|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora