La casa de los cerezos

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Los personajes de Sakura Card Captor no me pertenecen son una idea original de Clamp

Eriol salió apresurado de los aposentos del Shogun, corrió por los pasillos de palacio, bajó las extensas escaleras lo más rápido que sus extremidades le permitían, la calma que inundaba la fortaleza era muy extraña, no había ningún guardia, ningú...

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Eriol salió apresurado de los aposentos del Shogun, corrió por los pasillos de palacio, bajó las extensas escaleras lo más rápido que sus extremidades le permitían, la calma que inundaba la fortaleza era muy extraña, no había ningún guardia, ningún samurái, se preguntaba ¿Dónde diablos he habían metido todos?, ¿sería acaso que el general Daidouji los había dispersado?, trató de pensar lo contrario, no podía desconfiar de él, era su superior, su general y además el padre de la mujer que amaba, pero últimamente se comportaba muy raro.

Por más que quisiera convencerse a sí mismo de que el general no tenía nada que ver, todo indicaba lo contrario, estaba increíblemente sorprendido y decepcionado, porque como samuráis tenían un código de honor que respetar, ¿Cómo era posible que alguien del rango del general fuera en contra de los principios básicos del bushido(1) y atentara contra su señor?

El ojiazul salió directo hacia los jardines, aunque sabía que no había nadie cerca, sus ojos no dejaban de buscar a cualquiera de sus compañeros, hasta que a lo lejos pudo ubicar al samurái Terada Yoshiyuki, que transitaba tomando camino a la ciudad, Eriol se apresuró para alcanzarlo.

Había dejado al gobernante en manos de los médicos, pero si alguien los atacaba ellos no sabrían cómo defenderlo, además Yue se encontraba en la habitación, necesitaba que al menos estuviera de guardia alguien con entrenamiento militar, la estabilidad de Japón pendía de un hilo.

—¡Terada! —llamó con voz recia y decidida, digna de un alto mando militar.

—Señor Hiragizawa —respondió el samurái, sorprendido ante el llamado tan potente.

—Vaya inmediatamente y quédese de guardia en los aposentos del Shogun y no permita entrar a nadie que no sea médico, así sea el general Daidouji, quien intente entrar —ordenó el peliazul con fuego en los ojos, la expresión de Eriol era impresionante, invitaba a obedecerlo inmediatamente.

—Sí señor, pero el general...—trató de protestar el samurái Terada, con un poco de confusión que fue causada por la expresión tan decidida de Eriol y el rango que tenía el general Daidouji.

—Su lealtad no es con su general, su lealtad es con su nación, en este caso con el Señor Clow, ¿entendido? —afirmó con la misma voz de mando y solicitó confirmación por parte del guerrero.

—Entendido Señor Hiragizawa —aseguró Terada aceptando las órdenes del samurái de ojos azules, hizo una gran reverencia y se retiró directo a la habitación del Shogun.

Perfecto, ahora Eriol tenía alguien de su entera confianza vigilando las puertas de la habitación del gobernante, eso lo tranquilizaba, el samurái Terada siempre se había mostrado dispuesto a proteger con su vida a la familia del Shogun, estaba convencido de su código de lealtad y honor, sin importar quien fuera el oponente siempre protegería a su señor.

Extracto de flores de cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora