Lass casass de Hogwarsss

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El tren se detiene. Me coloco el sombrero de punta del uniforme agradeciendo su tamaño por esconder mi cabello y abro el baúl para que Bestia se esconda en su interior. Al salir una mujer de capa azul brillante sacude un farol que ilumina la oscura estación llamando a gritos a los de primer año. Teddy toma mi mano y me arrastra hacia ella, dando codazos a cualquiera que se interponga en su camino.

Una vez estamos todos reunidos, la bruja nos lleva hasta un lago. Nos da orden de subir a los botes de a cuatro. Teddy y yo escogemos rápidamente uno vacío para no separarnos. Un pelirrojo, el mismo que vi en con Teddy, se nos une seguido de una chica de cabello castaño y ojos de diferente color, uno azul y el otro dorado.

—Soy Fred II Wesley—se presenta el pelirrojo, ofreciéndome su mano como saludo a pesar de tener sus dudas. La estrecho.

—Tina.

—Soy Teddy Lupin—se presenta Teddy a la desconocida con su característica sonrisa enorme y sacudiendo la mano con efusividad.

—Yolanda Everhat—saluda la chica, mirándonos con timidez, su flequillo cubriendo casi en totalidad sus ojos. Le quito el pelo de la cara con un manotazo. Ella se aparta sobresaltada desequilibrando el bote y provocando que Fred se caiga por andar muy cerca del borde.

—¡FRED!—Gritamos todos juntos. Sin embargo, del agua sale un tentáculo gigante sacudiendo al niño pelirrojo y dejándolo caer con un golpe seco en el medio del bote.

—¡¿TODO BIEN POR ALLI?!—Se escucha la voz de la bruja.

Teddy contesto. 

—¡SI SEÑORTIA!—Grito para luego mirar a su amigo y preguntar:—¿Estas bien Fred?

—Aja—asiente distraído, mirando el agua con curiosidad. Un brillo travieso que nunca vi antes en el provoca que sus ojos se vuelvan luminosos. Teddy se pone serio.

—Ni pienses en volver a saltar.

Fred se queja por prohibirle su idea, así entrando en una discusión. Yolanda me mira asustada desde el otro lado del barco.

—¿Por que hiciste eso?—pregunta con su voz tan baja que nadie que no fuera yo pudo escucharla.

—No debes esconder tus ojos—respondo, como si fuera obvio. Y es que lo es.

—Son extraños, a nadie le gusta—dice ella, bajando la cabeza hasta mirar sus manos que se retuercen sobre sus piernas.

—Son diferentes, no extraños—digo, mi frase personal—y lo diferente es hermoso. 

Me gustaría tener una hebilla, un lazo o algo para poder recoger yo misma su flequillo. Lastima que no lleve ninguno conmigo, cuando mi cabello tiene vida propia y el grosos de un dedo pulgar, las hebillas y lazos carecen de sentido.

—Muestra tus ojos con orgullo—continuo al ver que no habla—y golpea a quien te lleve la contra. Recuerda, hay cosas mas diferentes en este mundo que una chica con heterocromia.

—¿Cómo que?—murmura ella desesperada.

Yo. Pero no lo digo, mas bien le pido que preste atención a cuando me llamen para colocarme el sombrero.


Un fuerte Oooh se escucha llamando nuestra atención. Frente a nosotras se alza un enorme castillo medieval con torres oscuras y ventanas largas de las cuales proviene una luz anaranjada. El brillo de las estrellas y la luz de la luna provocan sobre la imagen de la escuela un aire tenebroso, mágico y hermoso a la vez.

—¡Bienvenidos a Hogwarts!—grita la bruja.

Ingresamos al castillo por una puerta trasera. Allí nos espera un profesor de mejillas regordetas, larguirucho y con cara de ser muy amable. Nos saluda, nos cuenta a cada uno, con un movimiento de varita seca a Fred y se detiene un par de segundo de mas en mi y mi sombrero. Por supuesto que los profesores deben saber.

El profesor Longbotton se presenta como vice-director, jefe de la casa de Gryffindor y profesor de herbologia. Mientras nos guía por los pasillos repletos de retratos parlantes, el profesor nos cuenta sobre las casas.

Cuatro casas.  Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. La casa de los valientes, la casa de los trabajadores, la casa de los estudiosos y la casa de los astutos. León, comadreja, águila y serpiente; respectivamente. Es obvio a cual iré yo, como su heredera. 

Las puertas del gran comedor se abren. Entramos a un salón inmenso iluminado por cientos de velas flotantes sobre un techo hechizado para reflejar el cielo exactamente como esta afuera. Dos mesas largas a cada lado de nosotros repletas de brujas y brujos de todas las edades, y al final la mesa de los profesores. Justo en el medio se sienta la directora McGonagall. 

El profesor se detiene, nos indica que debemos sentarnos en el taburete frente a nosotros a medida que nos llame. 

—¡Adams, Luke!—llama primero.

El niño, tembloroso y nervioso por ser el primero se sienta con cuidado sobre el taburete y se deja colocar el sobrero cual, por una apertura que empieza a moverse, murmura cosas antes de gritar para que todos oigamos.

—¡REVENCLAW!

Un poco después.

—¡Everhat, Yolanda!

La niña de ojos bicolor se sienta en el taburete.

—¡REVENCLAW!

Ella salta feliz y me siento extrañamente aliviada al ver que la reciben de brazos abiertos, sin juzgarla por sus ojos diferentes.

Los nombres van pasando, ignoro todos hasta que el nombre del niño a mi lado que aun no a soltado mi mano desde que bajamos del bote.

—¡Lupin, Edward Remus!

Le doy un empujón al ver que no se mueve. Teddy trastabilla hacia el banco y se sienta. Aprieta fuerte los ojos mientras el sombrero se pone en su cabeza. No pasa un instante antes que grite su elección.

—¡GRYFFINDOR!

Teddy salta de alegría, le da el sobrero al profesor y corre hacia la mesa que estallo con aplausos. Miro la cálida bienvenida que recibe, ignorando ese pinchazo que siento adentro mío. Es obvio que nuestros caminos van a separarse.

Mas tarde, un nombre es llamado que provoca un silencio sepulcral en todo el comedor.

—¡Ryddle, Tina Alya!

Me muevo entre los pocos que quedan hasta el profesor Longbotton. Quien mira mi sombrero y luego el que tiene entre sus manos sin saber como pedirme lo obvio. Solo entonces caigo en que soy la única con el sombrero del uniforme. Contengo el aliento, cojo el borde de mi sombrero. Tomo fuerzas y, como si me quitara una curita de un tirón para que duela menos, me saco el sombrero en un instante.

El jadeo colectivo no me sorprende. Ni las miradas incomodas del profesor, o los cuchicheos y murmullos que empiezan a recorrer de punta a punta el comedor. Me siento en el taburete y dejo que me coloquen el sombrero con cuidado.

—La heredera de Slytherin—dice una voz dentro de mi cabeza—Mmm sencilla elección, princesa. Mas déjame decirte algo antes de que nos separemos.

—Adelante—acepto.

—Tu corazón es diferente al de tu predecesor. No pierdas esa esperanza que albergas, algún día, si buscas bien, encontraras toda las respuestas y los dioses te quitaran tu castigo inmerecido.

Tras decir estas palabras aturdidoras, el sombrero grito:

—¡SLYTHERIN!


Tenebrosa #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora