La puerta de Orfeo

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En un callejón de los barrios pobres de Londres, apestoso a basura, pañales y gato muerto, un mago jorobado cubierto por un saco andrajoso y tan apestoso como el resto del lugar escogido me recibió con una sonrisa torcida de dientes amarillos y superpuestos entre si.

—¿Ryddle?—su voz murmuro mi nombre como si fuera algo sangrado y peligroso, sin embargo la sonrisa morbosa de su cara no mostro ningún tipo de respeto y sus pupilas se dilataron como si estuviera sintiendo mucho placer.

'¿Donde hades me enviaste, Potter?'

El mago me ofreció un recipiente que antaño fue parte de una lavadora y, con voz pegajosa y sonrisa perturbadora, me insto a tomarlo.

—Vamos, pequeña, cógelo.

Dudosa tome el recipiente. Las serpientes se sacudieron bajo el turbante y sisearon furiosas notando mi incomodidad. Ignore el dolor de mi cabeza.

—Actívalo—ordene con voz fuerte y confiada, jurando internamente matarlo si sobrevivo a este verano.

—Iniciando cuenta regresiva. 15...14...13..12...11...10...9...8...7...

El mago soltó el recipiente dejándome sola con el trasladador. Al llegar al numero cuatro empecé a sentir un malestar estomacal y cuanto la cuenta llego a cero, mi mundo se revolvió.

Es...como una cucaracha entrando a una licuadora. Se revuelve tu entorno y tu existencia, tu cuerpo da vueltas y tus órganos internos cambian de lugar, te mareas y te agarran nauseas, pero no estas seguro de vomitar porque no saben a donde esta tu estomago o tu boca. Sin embargo, cuando la magia se acaba y todo se detiene, tu cuerpo sigue intacto como una cucaracha indestructible.

Es horrible.

Con pasos de borracho me aleje de la playa oscura, tire el ahora inservible trasladador, insultando al pedazo de basura del mago y a Potter por enviarme con ese sujeto tan raro. Se supone que la magia de trasladadores mejoro y ya no se siente tan mal, este imbécil uso un dispositivo antiguo o el viejo hechizo sin las mejoras de esta década.

Tarde un rato en descubrir en que parte de Estados Unidos caí. Myrtle Beach se leía en el cartel que encontré después de caminar por un par de horas en la playa. Y mas abajo un mapa de la costa de Carolina del Sur.

Mierda, estoy lejos.



***




Chasquee los dedos y la niebla se movió como serpientes bajo mis ordenes. La magia vaporosa se enrosco alrededor de mi victima provocando que sus ojos se desenfoquen y que pierda todo rastro de libre albedrio. El muggle, mortal o simple humano cayo sin mayor resistencia bajo mi control.

Usar la varita activaría las alarmas restrictivas del Ministerio y les daría mi ubicación, además de que en vez de un confundus tendría que usar uno de los tres encantamientos prohibidos para hacer que el humano cumpla con mis ordenes. Me ahorre todo el problema utilizando la niebla que me rodea. En Estados Unidos la dichosa magia que protege a los humanos en su ignorancia es mas espesa que en Londres y los monstruos tiene cierta facilidad para usarla a su antojo. Mi madre me enseño a manipularla a la edad de cinco años, debía ocultar mis serpientes antes que aprender a escribir o leer.

Mi victima lleno su automóvil de combustible y condujo por largas horas en dirección a Nueva york. Ignoro si ese es su destino original, mientras me de un aventón.

16 hs. después, bajo el sol ardiente de la tarde, libere al mortal de mi control y me fui antes de que su confundió cerebro notara algo. El resto del viaje lo hice en los colectivos urbanos, yendo de parada en parada hasta Central Park.

Hay dos puertas al inframundo. Una el Los Ángeles y otra en Central Park.  Escogí la de Central Park porque me parece la puerta mas sencilla de abrir.

La puerta de Orfeo. Creada cuando Orfeo, deprimido por la prematura muerte de su amor, toco una melodía que conmovió la tierra y abrió un pase directo al reino de los muertos. Bla, bla, bla Orfeo lo arruino y el mito se termina con un final triste y típico de aquellos tiempos.

Percy fue mi informante, quien sin preguntas respondió mi pedido de información. Aunque dudoso. Mi relación con los semidioses se puede resumir en una palabra: nula. A excepción de Percy, el me cae bien y no me prejuzgo a pesar de que mi madre intento convertir en piedra a sus amigos y a el, aunque quizás sea porque se siente algo culpable de haberle rebanado la cabeza. En fin, que Percy es con el único que tengo una mínima interacción. Y Quirón, pero el no es un semidivino.

Es por esto que no lo reconocí cuando me detuve frente al montículo de piedras de Central Park. Percy me aseguro que ese lugar era la entrada al inframundo, lo único que tenia que hacer es tocar un poco de música y por eso traigo un estéreo conmigo. Después de un largo viaje en trasladador para cruzar el mar atlético de un contiene al otro y casi olvidar de llevar conmigo mi estomago, seguido de un extenuante viaje del puerto de la ciudad de Myrtle Beach en Carolina del Sur a Nueva York, mis energías fueron drenadas. Sumando los nervios y el miedo de lo que me espera, al llegar a Central Park demasiado cansada y en los limites de un colapso histérico, la presencia del chico emo escondido en un rincón de Central Park no fue de gran importancia.

Hasta que mi lento y, en pánico, cerebro registro su peculiar aroma a muerte y sangre de monstruo. Mira que para acabar con el hedor de sangre de monstruo significa que no lo convirtió en polvo, sino que lo mutilo lentamente en un reino que no pertenece a los mortales. 

Detuve mi dedo a punto de encender la música para abrir la entrada y me gire lentamente hacia el chico de cabello y ojos negros. El chico, tan delgado como un palo y pálido como un fantasma, tenia sus ojos oscuros rodeados de sombras fijos en mi sin parpadear. Oh, mas bien estaban fijos en mi impresionante cabellera. A sus ojos la niebla no hace efecto ocultando las serpientes.

¿Monstruo? Fue lo primero que pensé debido a su peculiar aroma. Pero también tienen una presencia humana dentro de el, así que es confuso. Luego recordé una de mis breves charlas con Percy hace un par de años atrás, cuando rescato a unos hermanos, la cual la mayor murió, y estaba preocupado por el sobreviviente. El hijo de Hades.

—¿Nico Di'Angelo?

El chico miro las serpientes retorcerse sobre mi cabeza y luego bajo su vista hasta mis ojos. Nuestras miradas se encontraron y el se estremeció, pero lo ignore. A menos que así lo quiera, no voy a convertirlo en piedra por mirarnos.

—¿Tina Ryddle?—pregunto con voz carente de emoción, como la voz robótica de el GPS del auto de ese humanos—Percy me envió.

Ah...genial. Es perfecto, justo lo que necesitaba. Un guía por el mundo de los muertos.

Tenebrosa #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora