Cinco años después

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La estación sigue exactamente igual a hace cinco años atrás. Ni siquiera las familias parecen haber cambiado. Un tumulto de pelirrojos se amontona en un lado, con varios carritos y varias cabezas enanas que se despiden de los mas altos. Por mi parte, saludo con a lo lejos a la ministra y me meto en la maquina en busca de un vagón vacío. 

Tras mucho pedir y asegurar la ministra de magia acepto dejarme vivir sola los meses fuera de la escuela. Aunque también influyo que me escape de la familia que acepto a regañadientes acogerme, la cual no informo mi desaparición, y viví mis primeras vacaciones después de Hogwarts totalmente sola. A los quince, es decir hace un año, logre sacar el pápelo necesario para ser una adolescente emancipada y tener mi propio hogar. Un departamento pequeño, perfecto para una sola persona con pocas pertenecías, en el callejón Diagon. Nada mal para una adolescente.

Con la cuantiosa suma de los Riddle a mi entera disposición, mas la fuente de dracmas de mama y mis habilidades, no moriría de hambre. Tampoco rechazo la ayuda económica de la ministra, la cual me deja mi apartamento a mitad de precio y consigo los materiales escolares con un 60% de descuento.

Me dejo caer en el vagón mas alejado y solitario que encuentro. Miro sin ver a las familias despedirse de sus amados retoños. El silbato suena y todos los niños se apresuran a alejarse de sus padres empalagosos para subirse a la máquina antes de que los olvide sin compasión. La puerta se abre quitando mi atención del exterior. Una mirada bicolor furiosa se clava en mi. 

Yolanda se deja caer frente a mi. Viste una camisa que con suerte logra tapar su ombligo y unos pantalones cortos bastante provocativos. Su espeso cabello castaño recogido en una coleta alta deja a la vista su mirada exótica e intensa. Y furiosa. Muy atrás quedó la niña tímida. La madurez le otorgó el cuerpo de una diosa y sus genes las facciones de una belleza. Y mi compañía la ayudó con su falta de confianza. En conclusión, Yolanda es una femme fatale de la casa de Ravenclaw. Y como los últimos años desde que empezó a descubrir lo interesantes que podría ser el sexo opuesto, Yolanda me saludo con una sarta de insultos dirigido hacia su, al parecer ya, ex-pareja.

—¿Qué parte de no sentimientos no comprenden?—espeta mirándome como si yo tuviera las respuestas—¡Todos aceptan de inmediato! Una semana después están declarando su amor y celándome. ¡PUEDO BESAR A QUIEN SE ME DE LA GANA!¡NINGUN IMBECIL SIN CEREBRO VA A CONTROLARME! ¡¿Quien se cree que es?!

Las serpientes sisean de acuerdo con ella, acompañándola con su retahíla de maldiciones e insultos hacia un tal Max. Bufo, acostumbrada a este primer saludo. 

—¿Por qué no lo intentas con Lionel?—pregunto interesada. Si Yolanda es la femme fatale de Hogwarts, Lionel Montero es el Chico malo típico de wattpad de Hogwarts—Comparten intereses, no habrá confusiones allí.

—¿Con quién crees que me estaba besando cuando el S#!*& de Max me hizo una escena?—dice, enarcando una ceja, sus gruesos labios torciéndose en una sonrisa traviesa. Niego divertida, me agrada mas esta Yolanda que la niña que conocí. Y se ganó muchos puntos cuando no me rechazo a pesar de saber quien soy.

—La chica mala y el chico malo—murmuró—¿Cuánto crees que dure esa asociación?

—Espero que mucho—me contesta cruzando sus piernas de manera provocativa, tan acostumbrada a hacer ese gesto de seducción que le sale natural—Besa de maravilla. Quizás pase a tercera base con el.

Yolanda jamás había llegado a tercera base. (Primera base: Beso. Segunda base: Manoseo. Tercera base: bueno, es obvio) Yo no siquiera llegue a la primera. No es que me desespere pero cuando tu mejor amiga ya lo ah hecho y vive hablando de lo genial que se siente...el bichito de la curiosidad no duda en picarte.

¿Mi problema? Además de espantar a la mitad de los chicos y provocar un fuerte sentimiento de odio y repulsión en la otra mitad...es que el único chico que podría acercarse a mi, el chico por el cual secretamente suspiro, el chico que hasta incluso mis serpientes adoran...ese chico me dejo en la friendzone. 

Teddy entra en el vagón con su acostumbrado alboroto, su enorme sonrisa y su cabello azul.

Hablando de Roma...

—¡Hola chicas!—nos saluda sacudiendo su mano como de niño. Se deja caer a mi lado y acaricia mi cabeza, mas bien mis serpientes que sisean con placer. Me sonríe, la misma cálida sonrisa que infla mi pecho y provoca cosquillas en mi estomago.

—Tedd—masculla como saludo Yolanda. Teddy no dice nada, la mira con pena. Al parecer el fue testigo del escándalo que armo el tal Max.

—¿Cómo esta tu abuela?—pregunto, recordando su última visita donde me conto que la salud de su abuela estaba grave.

—Unos día en San Mungo y esta como nueva—responde su sonrisa haciéndose mas grande.

—Me alegro—digo, sin saber qué más decir. 

En eso Fred irrumpe, nos saluda con prisa y llama a Teddy.

—Nos están esperando los chicos—anuncia Fred. 

Miró a Teddy, la pena grabada en mi expresión.

—¿No viajas aquí?—preguntó, la tonta esperanza palpable en mi voz. Y Teddy ignorándolo como el mejor.

—Le prometí a los chicos...—dice disculpándose mientras se levanta y abandona el vagón con Fred mas rapido de lo que se dice quidditch.

Yolanda cierra la puerta con un golpe que hace temblar los vidrios. Me acurruco en el asiento, las serpientes tan deprimidas como su ama, rodeándome en un vano intento por suplantar el calor que el trae. 

—No puede ser tan ciego—espeta Yolanda y yo me encojo más en mi lugar, mis mejillas ardiendo.

—No lo es—confieso en voz baja. Yolanda me mira unos segundos sin entender. Cuando lo hace, sus ojos se abren grandes y su boca cae abierta en una perfecta O.

—¡¿Te confesaste?!—chilla sorprendida.

Las serpientes, fieles compañeras, me acunan, convirtiéndome en un nido de escamas verdes.

—Algo así...-farfulló.

—¿Qué demonios...?—una sombra cruza su mirada—¿Te rechazó?

Una puñalada habría sido menos doloroso. Suspiro, y le cuento todo. Como nos encontramos sin querer en el callejón Diagon, como tras pasar una tarde maravillosa él de repente se pone serio. Le cuento cuando Teddy me pregunto casi con pánico si yo tenia sentimientos hacia el. No es como si yo fuera obvia, pero tampoco soy un tempano de hielo. 

—¿Y dijiste que si?

—No voy a mentirle Yoli. Además, se sintio bien decirlo, a pesar...—suspire.

—¿A pesar...?

—A pesar de que el me dijo que solo me ve como una amiga—gruño—quedamos en seguir siendo amigos, yo reprimía mis sentimientos y el ignorará esa conversación. ¿No lo estamos haciendo de maravilla?—pregunto con sarcasmo.

Yolanda tuerce su bonito rostro en una mueca. Me encojo de hombros. Ese día no solo me rechazaron, también perdí a mi mejor amigo. 

Y yo que creía que le agradaba a Afrodita. 

Tenebrosa #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora