[ XV ]

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Habían pasado dos semanas desde que Soojin había sido herida por su prometido.

Se había estado resguardando en la casa de Huijun y su madre, y ambos la trataban muy bien y hacían todo lo posible por que estuviera a gusto.

Su herida no había terminado de sanar completamente, pero estaba muchísimo mejor. La princesa era capaz de levantarse por sí misma aunque le doliera un poco, y estaba más animada. Se sentía bastante acogida, aunque en el fondo se sintiera dolida por lo que le había pasado.

Todos los días al llegar la noche se ponía a pensar en lo ocurrido y se le escapaba alguna que otra lágrima. No podía creer que el amor de su vida había intentado asesinarla, la persona en la que más confiaba, a quien había entregado su corazón... ¿cómo su vida había podido dar un giro tan inesperado? Un día era una chica rodeada por el amor de su padre y el de su novio con quien se había comprometido y al otro día era una chica traicionada por ese novio con el que se había comprometido, el cual la había tratado de matar, quien a la vez había asesinado a su padre dejándola huérfana y sin amor.

Las cosas habían cambiado de blanco a negro en cuestión de un chasquido.

Pero a pesar de todo, intentaba ser fuerte y concentrarse en sí misma. Mejorar su estado lo más pronto posible y recuperar lo que era suyo. Volver a reconstruir el amor propio que alguna vez había tenido.

Agradecía con todo su corazón no estar completamente sola. La ayuda que aquel niño y su madre le brindaban era increíble. Parecían no estar molestos de que ella estuviera en su casa.

Aunque, había algo en la mujer que a Soojin le llamaba mucho la atención.

Al principio, la señora se había comportado de manera un poco extraña con ella... parecía rehusarse a mirarla a los ojos, querer hablarle lo menos posible y a veces incluso se la quedaba viendo sin decir nada cuando creía que la chica no se daba cuenta, como si reflexionara sobre algo o no pudiera creer que estuviera allí.

Pero a medida que pasaban los días, comenzaba a actuar más normal y natural, como si se fuese acostumbrando a su presencia.

De todos modos, Soojin no podía evitar sentir un extraño sentimiento hacia aquella mujer, un sentimiento intenso de familiaridad inexplicable, mezclado con nostalgia. No podía expresarlo con palabras. Pero supuso que era porque nunca había estado tan cercana a una figura femenina más que sus compañeras de cazería, mucho menos una madre. No sabía por qué podría ser exactamente, pero cada vez que la oía o la miraba sentía que ya la había visto hacía mucho tiempo.

Restándole importancia a aquel asunto, se llevaban bastante bien. Había llegado a tener conversaciones bastantes entretenidas con la señora Kim, también con Huijun. Se sentía como un hogar, un hogar bastante cálido, en donde ella se aliviaba de que no le recordaran que era una princesa con responsabilidades. Aunque ella misma se lo recordara.

Un día, Huijun llegó corriendo a la puerta de la casa con, al parecer, un amigo.

ㅡ¡Noona! ㅡsí, era increíble la confianza que aquel niño tenía con Soojin, incluso desde antes de ayudarla. Pero a ella no le molestaba, de hecho, le agradabaㅡ ¡Noona!

Parecía agitado cuando entró y llegó hasta ella.

ㅡ¿Qué sucedió, Huijun? ㅡse sobresaltó.

ㅡ¡Es una carta, una carta de la reina Soyeon! ¡Una carta! ¡Podría ser tu salvación! ㅡ exclamó exaltado.

ㅡ¡¿Qué?! ¿De qué estás hablando? ㅡno comprendió... ¿"salvación"?

ㅡEscucha ㅡagarró al chico que había venido con él de los hombros y lo puso frente a ellaㅡ: Él es mi amigo, se llama Songjun. Es el mensajero real de Kabby. La reina Soyeon lo envió, junto con una carta. Tienes que escucharlo.

Lions || (G)I-DLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora