[ XII ]

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Shuhua estaba en su habitación con su madre y su padre.

La noche anterior habían hecho sonar la campana de emergencias, que hizo alarmar al reino entero, pues no había sido tocada en muchos años.

Los aassáticos se encaminaban hacia su reino y tenían que comenzar a hacer algo.

Ella estaba empacando cosas en una bolsa, en caso de que tuviera que huír.

ㅡHija, tenemos algo para darte ㅡle dijo el rey.

Ella lo miró.

ㅡ¿Qué cosa?

Su padre se quitó la corona y se la entregó, su madre hizo lo mismo.

ㅡÚsalas cuando te conviertas en reina, junto a la persona que desees que esté a tu lado, si es quieres tener a alguien ㅡel Señor Yeh la miró con una sonrisaㅡ, al recuperar las tierras.

ㅡPero... ㅡShuhua tenía los ojos abiertos como platosㅡ ¿ya están dando por hecho que ustedes morirán y tendré que huír?

ㅡShushu, ¿qué más podríamos hacer? Debemos ser realistas. No podemos ilusionarnos con que todo saldrá bien. Hay que estar preparados ㅡdijo la reina.

A pesar de que le doliera, la princesa sabía que sus padres tenían razón. Ni siquiera ella tenía las suficientes esperanzas como para creer que iban a salir todos vivos y felices de aquello.

Todo el mundo sabía que así eran las guerras: imposible que ninguna persona cayera.

Por eso debía ser fuerte, decidida. Porque ella podía hacer algo, podía recuperar su reino. Sólo debía sobrevivir. Aunque ello significara que lo hiciera sin sus padres.

ㅡTienes razón, lo sé ㅡasintió ella, tomando las coronas con sumo cuidado, apreciandolas maravillada por un momento y luego envolviéndolas en una gruesa tela para guardarlas en la bolsa.

ㅡNo sabemos cuando vendrán los aassáticos, Chonn está algo lejos de aquí, pero es mejor que guardes el agua desde ahora, ¿por qué no vas al pozo a buscar? ㅡle aconsejó su madreㅡ Nosotros seguiremos con esto, mientras tanto.

ㅡSí, mamá.

Shuhua salió de su habitación y caminó a la cocina real para tomar tres cantimploras. Luego se dirigió hacia el pozo en donde todas las chicas en el pueblo recogían agua. Y en donde se había peleado con Yeri el día anterior. Comenzó a utilizarlo y a sacar agua para llenar dichas cantimploras.

Aún no creía que estaba pasando todo eso, lo sentía como un sueño, mejor dicho: una pesadilla.

Lo que mas amaba en el mundo era a sus padres, y ahora ellos se le serían arrebatados de su vida, para siempre. La guerra se los quitaría. Pero era de suponer que quienes más se arriesgarían serían ellos, porque eran los reyes. Protegían a un reino entero, y nadie los protegía a ellos, más que algunos fieles guerreros reales. Y como justamente eran los reyes, debían hacer todo lo posible por preservar a ese reino (o al menos, no dejar que los invasores se apoderaran de todo para siempre), incluso sacrificarse.

Aunque se fueran a morir, tenían un plan brillante, eso pensaba Shuhua. Porque, sin que nadie lo supiera, dejarían una parte de ellos en el mundo, para que la descendencia continuara y volviera a poseer su legítimo reino: ella. Y haría todo lo posible porque el plan de sus padres funcionara, quería honrarlos y evitar que un tal rey Jooheon se robara todos sus esfuerzos de manejar un reino próspero y feliz.

Aún así, aquella situación le daba muchas ganas de llorar, pues claramente no quería perder a sus padres. Pero era como si no pudiera evitarlo. Ya hasta ni siquiera era novedad para el reino que la mayoría de las personas iban a morir, incluídos los reyes y (ellos creían) su hija.

Lions || (G)I-DLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora