Capítulo Quince

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Ese día nadie se quería perder la boda de su príncipe Omega a quien nadie había visto hasta el día de la última prueba

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Ese día nadie se quería perder la boda de su príncipe Omega a quien nadie había visto hasta el día de la última prueba.

Todos en el pueblo hablaban de lo fuerte y ágil que era aquel Omega y la noticia corrió como pólvora hasta otros Reinos. Algunos no les agradó la idea de un Omega auto suficiente, a otros les fascinó, pero cómo sea, todo el mundo había salido de sus casas y trabajos para ver a Seungmin y a Christopher pasar en la carroza por las calles del pueblo luego de la ceremonia.

Familiares y nobles de ambos reinos, sacerdotes, curas, coros de iglesia e incluso una orquesta completa asistieron a la ceremonia dentro de la iglesia donde anteriormente se habían casado los padres de Seungmin.

Seungmin dio un gran suspiro cuando su carroza cerrada recorrió el camino a la iglesia, escuchando los gritos y aplausos de todos afuera. Y aunque aquello lo hacia sonreír en gran manera, también lo ponía nervioso.

-- Tranquilo Seungmin, todo está bien –- le susurró Jeongin a su lado.

-- Hay mucha gente -- el rubio mordió sus labios –-. ¿Crees que me veo bien? –- preguntó acomodando un poco su cabello –. Siento que me caeré con este tonto velo, ¿no lo usan sólo las mujeres?

Jeongin río un poco negando y apartó sus manos de su cabello: –-. Te ves hermoso. Le sacarás un suspiro a cualquiera y con Christopher no será la excepción.

Seungmin trató de sonreír y de respirar profundo para calmarse y hacer que sus manos dejaran de sudar mientras sujetaban el ramo de flores.

Luego de varios minutos de recorrido hasta la iglesia, el primero en salir de la carroza fue Jeongin y este le ayudó a Seungmin a salir y a bajarse de este, acomodando su velo.

Las personas que se encontraban frente a la entrada de la iglesia comenzaron a gritar y a aplaudir, muy eufóricos al ver a Seungmin.

Los niños quienes eran familiares algo lejanos del Omega, se acercaron a los extremos del largo velo para levantarlo y ayudar al rubio con la caminata hacia el altar.

Por otra parte, Chan se encontraba ya en el altar con los nervios de punta mientras esperaba a Seungmin como el resto de invitados en la sala, conversando con su hermano menor con miradas.

Y en cuanto su hermano dejó de mirarlo para voltear en la misma dirección que los demás, supo que Seungmin estaba por entrar.

Todos se pusieron de pie y la orquesta comenzó a tocar una dulce melodía mientras Seungmin se acercaba al altar con una tímida sonrisa en su rostro.

Todos quedaron encantados con Kim Seungmin. El Omega era como todos habían hablado. De aspecto dulce y puro, pero con un carácter fuerte.

Su padre lo acompañó a medio camino con una sonrisa en su rostro.

-- Te ves hermoso –- le susurró

Seungmin tragó saliva y dio un gran suspiro al ver a Chan y el azabache hizo lo mismo, tan cautivado por su belleza como todos en la sala.

El rubio dejó su ramo de flores con uno de los niños que levantaba su velo y tomó las manos de Chan, y en cuanto ambos estuvieron de frente al otro e hicieron contacto visual, los dos se perdieron en la mirada del otro.

Para el rubio, no había ser en la tierra más hermoso y puro que Chan. El brillo de sus puros ojos, su sonrisa y sus facciones marcadas que lo hacían delirar. Su hermoso cabello azabache, sobre todo, sus tiernas mejillas que se abultaban cuando sonreía.

El Alfa dejó de parpadear y no pudo evitar apartar sus ojos de los de Seungmin. Aquellas perlas azul cielo que lo veían con amor a través del velo y esos hoyuelos en su hermosa sonrisa con sus mejillas sonrojadas, su cabello dorado como oro y las brillantes joyas en sus orejas hacían de Seungmin todo un hermoso y etéreo ángel.

Luego de su discurso, el sacerdote le permitió a Chan levantar su velo y quitar la suave tela que cubría su cuello por primera vez, colocando esta sobre un almohadón que sotenía una pequeña niña. Acto seguido y frente a todos los presentes, Chan colocó suavemente sus manos sobre el cuello de Seungmin y el rubio sonrió de oreja a oreja, con lagrimas a punto de salir de su rostro de la emoción. Soltó un pequeño quejido al sentir los colmillos de Chan clavarse en su cuello, dejandole la marca.

Recibieron aplausos por parte de todos y para continuar, ambos se colocaron los anillos en sus dedos. Prometiéndose el uno al otro amor eterno durante las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separara.

Y con un dulce beso que selló el pacto y unas oraciones, ambos salieron con las suaves armonías del coro de la iglesia.

Al estar afuera, Seungmin volvió a tomar su ramo de flores mientras le sonreía a todos y Chan agitaba su mano para saludarlos mientras bajaban las escaleras con cuidado para subir a la carroza y empezar el recorrido por las calles principales de Yagakima hasta llegar al castillo.

Seungmin sentía su marca doler, pero nada hacia que borrara la sonrisa en su rostro. Ya no volvería a usar pañuelos para esconder su cuello. Ahora enseñaría con orgullo su marca a todo el mundo para que todos vieran a quien pertenecía.

Chan besó su mejilla, haciendo que la gente gritara eufórica por lo tiernos que se veían.

-- Te ves muy hermoso bebé -– le susurró Chan mientras saludaban a las personas

-- Tu también te ves hermoso, mi amor –- Seungmin hizo contacto visual con él y ambos sonrieron de oreja a oreja mientras entrelazaban sus dedos

Sin dudas aquel había sido el mejor de los días para Seungmin. Fue el día en que por fin vio a su pueblo, en el que dejaría de usar pañuelos para su cuello, de usar ropa blanca únicamente y en especial, el día en que fue marcado por un Alfa que lo amaba, su otra mitad.

Su novio, su esposo, su alma gemela, el final de su hilo rojo. Su Rey.

 Su Rey

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My King  (ChanMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora