Ultimo día del año. Un año más que se escapa de nuestras vidas, hoy giraba todo entorno a ese pensmiento, a esa sensación de nostalgía que nos da cuando algo se acaba, cuando ya no volveras a poner ese numero al final de la fecha. Hoy se mezclaban dos clases de sentimientos, la nostalgia por un final, y el miedo por lo nuevo, en este caso, por el nuevo año que comenzará a partir de medía noche. Me alegraba haber dormido hasta el medío día, esta noche tocaba irse de fiesta, olvidarse, tocaba despedir a un año que ha sido un año, si, con sus momentos buenos, malos. Aun que no quisiera mi mente hacía el estupido balance de las cosas buenas contra las cosas malas de este año, y aun que parecía mentira, parecía ganar las cosas buenas. Me estire todo lo que pude y unos de mis pies dio con algo duro, Tara. Lance besos sonoros al aire y ella levanto la cabeza que sobresalia de entre los monticulos de las mantas. Que agradable despertarse y ver como tu perra te había acompañado en gran parte de tus sueños. Hoy papa y Steeve llegaban cerca de las cuatro de la tarde, a Steeve le habían cambiado el turno, hoy era una de esos pocos días que trabajaba de mañana. Intente hacer la pereza minima para vestirme y disfrutar de un paseo con Tara.
Me sente en uno de esos bancos en mis recorridos de paseo con Tara. La mañana no era precisamente para sentarse en un banco. Pero necesitaba aire fresco para despertarme. Aun que ese aire me pudiera convertir en un cubito de hielo. Mi móvil, para mi sorpresa, empezo a vibrar. Pero aun más fue la sorpresa cuando me di cuenta de que era una llamada. Sarphei.
- ¿Si?
- ¿Estas en tu casa?
- No, pero estoy cerca ¿por?
- Voy de camino a tu casa. Es para el dinero de esta noche, coger entradas y tal.
- En menos de dos minutos estoy en casa.
Siempre tan amable, que colgo sin decir nada mas. Suspire. ¿Tanto la costaba decir algo agradable? Movi los ojos cansada de esa situación.
Llegue a casa justo como había dicho, dos minutos. Subi a mi cuarto y cajón tras cajón busque el sobre donde había metido el dinero ahorrado. Eran unos cuarenta euros, o al menos eso fue lo que me conto Clara en el mensaje. Volví a bajar. Eran las dos de la tarde y mamá tenía que estar al caer. Un coche se paró del jardín. La puerta al abrirse, segurisimamene era Sarphei. Y segundos depués de pensar, sonó el telefonillo. Me levanté del ultimo escalón de la escalera, o del primero. Descolgué el telefonillo y pulse el botón rojo que abría la puerta pequeña de la valla exterior. Al mismo tiempo salí. Tara me siguió.
- Cierra la puerta.- Grite cuando deje la puerta del edificio abierta.
Sharpei dio con la parte del talón a la puerta de la valla, encajando la puerta con el marco, lo que porvocó un estruendo. Sharpei iba vestida de dorado y negro, como siempre con los colores menos cantosos del mercado. La cazadora de cuero abierta, según ella, nunca se la podía haber cerrado porque sus pechos se lo impedían. Lo que siempre me había llevado a preguntar si también la impedían ponerse una camiseta que no fuera de escote en invierno. Motivo por el cual, siempre estaba costipada.
- Hola.- Dijo con su voz de niña buena que usaba siempre que la hacía falta.
- Hola ¿eran cuarenta verdad? .- Quería deshacerme de aquella situación lo antes posible.
- Si, vendremos a buscarte sobre la una o una y media.- Se colocó el piercing de la nariz.
- Genial, estaré lista.
- Va a ser una gran noche.
- Lo será.
- Bueno, me voy, me esta esperando.
- Vale. Nos vemos en unas cuantas horas.
Llame a Tara quien tardó un poco en llegar a mi. La cogí entre mis brazos. Iba siendo hora de que la diera una ducha. Esperé a que Sarphei salierá del recinto de mi casa para entrar en el edificio. Había algo que siempre me había llmado la antención de Sarphei, su capacidad para manipular a los chicos, si, si, manipular. No sé como lograba hacerlo, es decir, no es realmente guapa, ni simpática, ni mucho menos alegre. No hay algo que llame realmente en ella la atención pero no se como, siempre conseguía hacer lo que ella quería que hicieran, jugaba con ellos, los manipulaba, y los enloquecia. Hace un tiempo empecé una lista con hombres que habían caido en la telaraña de Sarphei, menos de diez en un mes. Sarphei, consguió que en esa telaraña cayese también el chico que me gustaba por aquella epoca, y la cosa terminó en que tuve que soportar como se liaban en cada esquina de los pasillos del instituto durante una semana, después de ellos Sarphei le uso, como a todos, hasta que ya no pudo hacer uso de el. Y tras haberle usado, le hizo daño, tanto que creo que aquel chico quisiera volver a sentir amor por otra chica. De recordar lo mal que lo pase, un escalofrío recorrió mi cuerpo, desde la punta mas alejada de los pies hasta estos mismos. La puerta se abrió y cerró.
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Siete años.
Romantizm¿Caprichos del destino? Si. A veces nos olvidamos que somos solo personas que giran al son de la Tierra. Que a veces tenemos demasiadas cosas en nuestra mente que se nos olvida que tenemos un destino y hasta que llegamos a el pasamos un periodo llam...