Capitulo 1

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Se había convertido en un hábito… agradable, tal vez el único en todo mi día. Alrededor de las dos de la tarde iba caminando por la calle principal, había pasado el supermercado, el café, la tienda de electrodomésticos y la tienda de alfombras, y había girado hacia la calle lateral sin recordar nada en particular. Era un corto trayecto desde allí hasta el lugar que amaba: Jacques.

Hará más o menos seis meses atrás, había caminado por esa calle y captado un delicioso olor en el aire. Una combinación de almendras, vainilla, chocolate y un toque de canela picante y cuando mi estómago hizo ruido, tuve que ver de qué se trataba. Parecía tan reconfortante, ese aroma, me recordó tiempos felices en la cocina con mi madre cuando era una niña. Jacques era nuevo entonces. Había carteles de oferta por la apertura en la ventana. El olor a pintura reciente era un trasfondo astringente cuando estuve más cerca del exterior negro brillante de la tienda.

Al principio, pensé que Jacques era una pastelería, pero sólo me tomó un momento notar los pasteles artísticos y arquitectónicos para darme cuenta de que era algo más. Recordé la palabra de mis clases de francés en la escuela secundaria. Jacques era una Patisserie. Incluso entonces, con las ofertas de apertura, no podía permitirme probar un pastel. Quería. Había varios que me llamaron la atención.

Deseaba poder ir y comprar algo, pero los precios eran demasiado altos para mí. Casi no podía permitirme un pastel barato y mucho menos uno de los caros pasteles artísticos. Pero cada día, me obsequiaba a mí misma su belleza visual combinada con su aroma celestial.

Fue un día de verano ya avanzado, con sólo la insinuación del frío en el aire del otoño que se avecinaba cuando hice mi trayecto habitual hacia Jacques. Salí de mi casa a las dos, y estuve en la ventana de la patisserie a las dos y cuarto. Era un viernes, y pude ver que su mercadería estaba casi agotada. Todos los pasteles grandes se habían

vendido excepto un pastel de zanahoria y uno esponjoso, y muchos de los estantes de la vidriera y el mostrador estaban casi vacíos.

Cerré los ojos e inhalé cuando la puerta se abrió y la campana tintineó. Los sutiles aromas a leve verano me llenaron… limón y naranja, los penetrantes olores cítricos mezclados con vainilla y fresas, crema de leche y la suave caricia del chocolate y la calidez del alcohol.

El chirrido de los frenos me sacó violentamente de mi sueño de verano y me transportó a mi pesadilla. Había ocurrido en invierno hacía casi un año, y había atormentado mi sueño en todo momento y a menudo se deslizaba en mis ensoñaciones, también.

Había estado tan increíblemente feliz. Era profesora de la Universidad local, y disfrutaba de mi trabajo inmensamente. Estaba comprometida con John, un profesor compañero y una de las personas más inteligentes que conocía.

No sólo era inteligente, era amable, generoso, ingenioso y guapo. Vivíamos con una mano atrás y otra adelante. Pasaba la mayor parte de mi tiempo en su casa, aunque continuaba pagando el alquiler de mi pequeño departamento que albergaba a todas mis pertenencias personales y a mí en las noches ocasionales cuando nuestros horarios no coincidían.

Habíamos salido a comer con un grupo de otros profesores del período lectivo. Había sido una gran noche, y todos habíamos bebido demasiado. John quería conseguir un taxi, pero yo quería caminar. No sé por qué había insistido. Estaba ventoso y cruelmente frío, pero como siempre, John había accedido para hacerme feliz.

Estábamos riendo y bromeando, burlándonos entre sí como un par de niños adolescentes. Besándonos y abrazándonos. Me dijo que me amaba y yo le respondí con una risita y otro beso. Me ponía tonta cuando bebía vino, y todavía estaba fastidiándolo cuando nos detuvimos en el cruce de peatones, esperando al hombrecito verde.

No recuerdo mucho después de que el sonido comenzó y apareció el hombrecito verde. Avanzamos por la calle tomados de la mano, y yo había oído el motor de un auto y un chirrido de frenos.

―¡Ustedes, cuidado! ―Él me empujó, y yo había tropezado hacia adelante y caído. En el siguiente momento, me había despertado en el hospital con un profundo dolor en mis piernas y una sensación aturdida en mi cabeza.

Vainilla PicanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora