Capitulo 15

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―Adiós, dulzura. Te extrañaré.

―Sí, yo a ti también. Adiós. ―Corté de golpe el teléfono y suspiré. No era lo suficientemente buena para él. Yo tenía problemas y un pasado, y quería terminar esto por su bien, pero cuando oí su voz como chocolate derretido sobre jengibre cristalizado, lo deseé.

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Evité ir a la tienda por tres días más. El tercer día, no pude soportar más la sensación de mi pelo sucio, y tuve que darme una ducha. Mientras lavaba su perfume, que se había disipado a poco más que un recuerdo, me di cuenta de algo. Me percaté de que necesitaba un nuevo comienzo.

Había estado viviendo en el pasado, viviendo de acuerdo a las reglas de mi novio ahora muerto, a las reglas que yo había querido desafiar en aquel entonces pero nunca había tenido el corazón de hacer. ¿Por qué debería vivir de acuerdo con esas reglas ahora? No funcionaban para mí, y debería haber sido más honesta con John.

Bien, iba a ser honesta con Louis . Tenía que ir y decirle todo. Lo deseaba. Quería ser su esclava, su dulce puta, tal vez incluso su novia. Lo deseaba, y no iba a negarlo más.

Lo viejo había terminado. La nueva Emma caminó con grandes pasos seguros afuera de la ducha y sintiéndose más sexy. Se puso rápidamente unos vaqueros ajustados con una remera que realzaba sus pechos, y salió por esa puerta para ver a Louis . Lo necesitaba.

La confianza de pensar en tercera persona se desvaneció mientras caminaba hasta su casa. Repentinamente, ya no era la Emma sexy, segura y nueva. Era la Emma vieja e indecisa que estaba asustaba a muerte por ser rechazada. Tuve que hacerlo sin embargo. Tuve que ir a ver a Louis . Ya no podía esconderme de mis verdaderas emociones. Había pasado años haciendo eso, y los últimos doce meses o así, realmente había sufrido. Tenía que decir la verdad.

El familiar aroma de la vainilla, el azúcar y las especias me invadieron cuando me acerqué a Jacques. Me detuve por un momento afuera, disfrutando de ese olor. Miré a través de la ventana, sonriendo y esperando ver a Louis , pero detrás del mostrador, había una mujer alta y delgada atendiendo a una señora mayor y sonriendo.

Mi mente estaba llena de preguntas, y cuando Louis entró en la tienda, algunas respuestas se adelantaron por sí mismas en mi mente. Él habló con la señora mayor y apoyó una mano sobre el brazo de la delgada mujer. La miró y sonrió, entonces le dijo algo a la clienta y se inclinó para estampar un beso en la mejilla de la delgada mujer.

Joder, ya había sido reemplazada. Ella tenía un cabello hermoso y oscuro, y ojos verdes brillantes con una figura preciosa. No era extraño que él haya pasado de mí. Ella era bella. Las lágrimas rodaron hacia abajo de mis mejillas, y cuando la campana

de la puerta tintinó, sollocé. No podía entrar. No le podía decir la verdad. Tenía que irme.

No miré hacia arriba. Mis ojos estaban borrosos por las lágrimas de cualquier manera así que no podría ver mucho, y cuando di media vuelta para marcharme, bajé la cabeza y todo lo que vi fue el asfalto debajo de mí, aguado, brillando tenuemente y aparentemente moviéndose debajo de mis pies.

―Lo siento, ―exclamé cuando tropecé con alguien. Mi cuerpo dolió por el impacto, física y emotivamente. No quería tocar a nadie en ese momento. Entonces, repentinamente, detecté un familiar perfume masculino.

―Emma, ¿qué ocurre?

―¿Louis ? ―Levanté la vista a través de mis lágrimas y vi su hermoso rostro fruncido con preocupación. Sus manos aferraron mis brazos a cada lado de mi cuerpo, y su toque gritaba sobre todas las emociones fluyendo a través por mi cuerpo―. Oh, Louis .

Me arrojé hacia adelante dentro de sus brazos. Él no dudó en envolverse a mi alrededor. Me sostuvo cerca mientras sollozaba en su hombro. Inhalé su perfume, dulce, picante y únicamente suyo.

―Emma, ―murmuró en mi pelo, alisando sus manos hacia abajo por mi espalda―. Cariño, ¿cuál es el problema?

Entonces recordé, y me alejé bruscamente de su abrazo.

―Te vi, ―sollocé―. Te vi, y justo iba a entrar y a decirte la verdad. Justo iba a entrar y a decirte que te quería. Iba a entrar y a decirte que me había asustado mucho, que tú eres tan bueno, tan perfecto, y que me hiciste sentir, tan, tan bien. Iba a decirte… iba a entrar y entonces te vi. Te vi, Louis , con ella.

―¿Con quién? ―Parecía genuinamente confundido.

―En la parte de atrás de la tienda. Con esa mujer hermosa. ―Estaba balbuceando, incapaz de formar una frase―. La tocaste y la besaste. Te vi.

Él se rió, y me pregunté cómo podría ser tan cruel.

―Oh, dulce, dulce mujer. Ella es mi hermana, Janet. Está en la universidad, así que le he dado un trabajo de medio tiempo para echarle una mano y ayudarla a pagarse las cuentas.

―¿Tu hermana?

Vainilla PicanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora