El Alma Vista desde Aquí 14
Promesas
—¿Diga? —tan solo escucho el teléfono, bajo corriendo e hizo un ligero saludo con la mano, al percatarse de que Susie estaba en la estancia, leyendo—. Hola Max. Claro. No te molestes, no hay cuidado —no estaba segura de sus acciones y la charla de su interlocutor no se presaba para ello; pero quería darle peso a las promesas que había hecho al actor—. La verdad es que estoy con mi prometido —tan pronto lo pronunció, supo que había actuado de manera infantil.
—¿Qué?... —junto a ella, Terry no pudo creer lo que escuchaba y ni siquiera se dio cuenta de que su hija también estaba ahí.
—Lo sé, lo lamento, pero se supone que yo soy la jefa y tú solo eres el arquitecto —¿Era en serio? Terry jamás imaginó escucharla hablando así, como si realmente se creyera eso de que ella era la que mandaba—. ¿De verdad? —sonrió, ante la mirada aún atónita del actor que termino sentándose junto a la niña y escuchaba atentamente, igual que su hija—. No te preocupes. De todas formas ya pague por tus servicios; aquí tengo "mis" planos y sí ya no quieres el trabajo, te aseguro que cuando quiera puedo contratar a alguien más. Además; no creas que no me di cuenta de que lo que hacías era solo porque supiste que yo era una Ardlay —parecía más que divertida, mientras guardaba silencio escuchando al arquitecto—. ¿En serio? —se relamió los labios y cruzó un brazo bajo el otro—. Bueno. Primero; para tu información, no fuiste nada discreto al dejar ese plan de negocios en mi casa. Segundo; no creas que porque soy mujer, vas a poder verme la cara, estoy estudiando sobre negocios internacionales y tengo suficientes abogados a mi disposición —eso comenzaba a oírse muy complicado—. Tercero; firmaste un contrato, en el cual expresaba total confidencialidad y si lo incumples, puedo demandarte por doscientos cincuenta mil dólares ¿Tienes suficiente dinero? Porque ningún periódico te pagaría tanto por la exclusiva. Y cuarto —miro a Terry, cubrió la bocina y se la separó un momento—. Perdón por esto...
—¿Por qué? —la vio volver a ponerse la bocina, sin recibir respuesta.
—Solo eres un arquitecto. ¿Crees que puedes estar a la altura del hijo de un duque, como lo es mi prometido? —después de unos segundos, la sonrisa triunfal de la rubia fue evidente, sobre todo, cuando juguetonamente comenzó a morderse la uña del índice que tenía libre—. Sí así lo deseas. Te libero del contrato laboral y no te preocupes por devolver el dinero del anticipo. Aún así, gracias por tus servicios, de todas formas, solo quede satisfecha en lo que a la arquitectura se refiere... —fue claro que le habían colgado.
—¿En serio eres mi Candy? —la rubia rio—. Espera; ¿El hijo de un duque? —finalmente también río—. Mejor aún; ¿Tu prometido?, ¿Y que fue eso último?
—¿Quieres que le llame para aclarar la verdad?
—Candy; ¡Cuándo crezca yo quiero ser como tú! —la niña estaba emocionada, aunque no estaba segura de haber entendido lo que había pasado.
—¿Ves lo que provocas?
—Aún es pequeña. Todavía no sabe lo que realmente quiere.
—Pues ya que están comprometidos, quiero una hermanita.
—¿Ves lo que provocas? —la rubia rio y se mordió el labio inferior.
—Eso puede tomar mucho tiempo —intento explicarle—. Por ahora, hay que desayunar —la niña dejo su libro, se levantó y comenzó a caminar a la cocina.
—¿Entonces, te casarás con el hijo de un duque? —el actor la abrazo.
—Sí. Con el hijo del duque de Grandchester, por supuesto —sonrió y jugueteo con un mechón del castaño—. Me casaré contigo, cuando decidas quedarte aquí, conmigo —aclaró, volvió a sonreír y se separó del abrazo para ir a la cocina.
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El Alma Vista Desde Aquí
FanfictionVista desde aquí la luna es bellísima, pero lo es más cuando se esconde en tu mirada y refleja la luz de tu alma. Aunque a veces también tenga que escarbar entre los árboles, las hojas, el viento y las nubes que tratan de esconderla. Pero al final...