13. Sol y Luna

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El Alma Vista desde Aquí 13

Lemon

Sol y Luna

—¿Debo suponer que no tienen dónde quedarse?

—Confiamos en tu buena fe y en que no nos mandarás a dormir a la calle.

—Tu casa es muy bonita.

—Gracias Susie —acaricio la mejilla de la niña—. ¿Tienes hambre?

—Cenamos en el tren, ¿Verdad Papi? —el aludido respondió afirmativamente—. Pero si tienes leche, podemos probar las galletas.

—Esta bien, sólo unas cuantas —accedió y les condujo a su cocina—. Temo que por ahora solo tengo una alcoba disponible.

—No te preocupes, será suficiente para Susie, yo puedo dormir en el sofá.

Sirvió leche para los tres y mientras la tomaban, Susie se encargó de contarle todo lo que recordó respecto a su encuentro con Annie y el viaje exprés que habían hecho, con algunas observaciones por parte de su papá.

—Deben estar cansados después de tanto ajetreo.

—Mucho —admitió la niña—. Pero tal vez pueda cambiar de lugar con papá. No creo que quepa en el sofá.

—No te preocupes. Ya veré dónde puede dormir.

Les mostró el baño y la alcoba, que gracias a la visita de Archie había sido remodelada. Padre e hija permanecieron algunos minutos a solas ahí y en cuanto Terry confirmo que su hija se había dormido, salió a buscar a la rubia, pero no la encontró en la parte de abajo, por lo que regreso arriba, a la alcoba en que calculo que ella estaría.

Llamo a la puerta y no espero mucho antes de que le invitará a pasar, pero abrió y se mantuvo ahí, de pie, observando la forma en que ella se levantaba.

—Hay otra alcoba, aunque la cama es vieja y hace mucho ruido —camino hacia él—. Pero mañana podemos ir a comprar una nueva. ¿Qué opinas? —solo encogió los hombros—. Terry; me estás poniendo nerviosa —lo vio sonreír.

Dando un paso, elimino la distancia entre ellos y sin pedir permiso, la abrazo con el brazo izquierdo y con derecho le acarició la mejilla.

—Aún no tengo sueño —musito, conforme con la respuesta en ella.

—¿No?

Intuía lo que sucedería, podía sentirlo en cada milímetro de su piel, podía escucharlo en la forma en que hablaban y sentirlo en la respiración de ambos. Lo rodeo del cuello y gracias a la forma en que le abrazaba, solo tuvo que impulsarse un poco para alcanzar sus labios.

Aunque no le había dolido su partida, la verdad era que si lo había extrañado.

—No... —dando otro paso, sosteniéndose aún de él, cerró la puerta y se dispuso a besarlo con ansias, pero tratando de ser paciente.

Usando la poca experiencia adquirida, fácilmente pudo desabrocharle la camisa, antes de recorrer y besar el masculino torso de su acompañante, mientras él se ocupaba de abrir la bata para dejarla caer, antes de sentir la forma en que comenzaba a desabrocharle el cinturón y los pantalones, entonces él siguió con el rosado camisón, mientras le besaba el cuello.

—También te extrañé —admitió al fin, luego de que la depositara en la cama y se dispusiera a reclamarla como suya.

—Dime cuanto —pidió, sin interrumpir su tarea.

—Todas las noches —con un beso ahogo un grito, justo después de que le despojara del resto de la ropa interior e introdujera un dedo en ella.

—¡Oh! Candy... —gruño—. Ya no puedo esperar...

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