17. Si así Fuera

228 29 27
                                    

Lemon

Si así fuera...

¿Había escuchado bien?

¿Ella le llamo Grandchester, frente a todos?

Peor aún; ¿Intentaba armar un escándalo?

—Lo siento. Temo que recibí mal el mensaje —se le acercó—. George; cada vez que venga, déjala entrar —pidió.

—Sí, señor. Lo lamento, señorita... —su actitud hacia la rubia había cambiado.

—No me diste llaves —le dijo despacio, mientras era claro que Terry estaba tan furioso que ni siquiera le prestaba mucha atención.

—Vamos a mi camerino —le tomo del codo y cuando estuvieron ahí, cerró la puerta con pestillo—. ¿Por qué no le dijiste que eras tú? Nos habríamos ahorrado el show.

—Claramente le pedí que dijera que soy Candy, tu prometida.

—Ahora todos sabrán que tengo una prometida que es capaz de hacer shows al interior del teatro. Además, también sabrán que soy "Grandchester" y no Graham —Candy no pudo evitar reír—. ¿Qué es tan gracioso?

—Tú —encogió los hombros—. Olvídalo ya, fue un error del guardia. Seguramente no soy la única que ha intentado buscarte con ese argumento y por eso te dijo lo que quiso, para no molestarte.

—Así que, entonces; ¿Viniste solo para mostrarme tus compras? —con un gesto señaló las bolsas, mientras cruzaba los brazos.

—No. De hecho, tú no tenías que ver esto. Al menos todavía no —intento ocultar las bolsas.

—¿Entonces?

—¿Sabes que luces muy gallardo con ese traje? —se levantó y quiso juguetear—. ¿Crees que tengamos tiempo para?...

—¿Así que a eso viniste? —la atrajo con fuerza— Claro que lo tenemos... —comenzó a besarle.

—Bien. Pero no vine para eso... —rio, intentando alejarse.

—No me importa, ahora, exijo una compensación por el show que armaste y quiero justo eso —la volteó, recargándole en la pared más cercana y continuando con los besos.

—No me... —su cuerpo estaba reaccionando sin que pudiera controlarlo.

—¿Cómo supiste que esto es justo lo que necesitaba?... —ya no pudo contestar, al sentir la forma en que la cargo y después apartaba su ropa interior, solo lo suficiente, para poder invadirle.

Minutos después, a pesar de sentirse avergonzada y sin poder evitar la incomodidad que experimenta gracias al estado en que había terminado su ropa interior, le acompañaba mientras él le compartía bocados de su comida. Entonces suspiro, no tenía más remedio que esperar, porque aún no le daba la llave.

—¿Y si nos escucharon? —pregunto de pronto.

—Soy el único que come en esta parte del teatro. Además, eso no tiene porqué importar.

—Podrían regañarte.

—Deja de preocuparte por eso —se estiró hasta besarla—. No somos los primeros ni los últimos que han hecho algo así aquí, en el teatro —ella al fin sonrió, mientras hacía memoria—. De hecho, cuando estuve en Romeo y Julieta, descubrieron a mi Julieta en brazos del enemigo. Créeme...

—¿Karen? ¿En serio? Pensé que le gustabas.

—Eso no lo sé, pero sí, fue ella. Y por la forma en que gemían, hasta un sordo los habría escuchado. Nosotros fuimos extremadamente discretos, comparado con ellos —tomo un poco de agua, se limpio los labios y volvió a besarla—. Amor; ¿Puedes hacerme un favor?

El Alma Vista Desde AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora