21. Eres mi Luna

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Final

Las presentaciones en Inglaterra eran un hecho, mientras que en todos esos meses habían estado tranquilos y habían logrado ser felices.

Pero al regresar a Nueva York, una sorpresa les esperaba.

Terry nunca imaginó que aquella mañana Karen había acordado salir con Candy, esperaba poder pasar el día junto a su familia, pero ya tendría tiempo para ello. Aunque justo después Robert le había llamado y le había pedido acudir al teatro.

No imaginaba lo que le esperaba, pero tenía que ir; después de todo, era parte de su trabajo; aún así planeaba llevar a Susie, para que le ayudará con. Algún pretexto que les sacara pro yo de aquel lugar.

Pero la salida de Candy le preocupaba, sobre todo porque en días anteriores la rubia había estado sintiéndose un poco mal.

Llegó al teatro sin problemas, el director lo esperaba justo en la entrada y después de enviar a Susie con su hija, de inmediato lo hizo pasar a la oficina y antes de tocar el punto por el que le había hecho ir, inicio con una charla sobre la extensión de la gira, aunque la impaciencia del muchacho se hizo evidente poco después.

—Todo listo —uno de los trabajadores había interrumpido, solo para decir ese par de palabras.

—Gracias. Vamos para allá —espero a que el muchacho se marchara—. Terry, después del incidente con Susana Marlowe, temo que has hecho tu vida a un lado y todo gracias a tus obligaciones con la compañía.

—No hay problema por eso, después de todo, fui yo quien acepto el contrato; ¿No?

—Eso es cierto. Pero habíamos pensado en una forma para compensarte y después de un tiempo se nos ocurrió como hacerlo —el castaño se removió en su asiento.

—No es necesario, de verdad. Al final pude llevar a Candy y a Susie conmigo y eso es lo que más me importaba.

—Acompáñame —se levantó y abrió la puerta, dando paso al muchacho—. Debo admitir que todos nos sorprendimos al saber que era ella a quien presentabas como a "tu esposa"; ¿Pero no crees que es un poco injusto para ella?

—¿Por qué? —caminaban despacio.

—Toda mujer espera una boda, ya sea grande o pequeña.

—Es obvio que no conoces completamente a Candy.

—¿No?

—Somos felices, eso es lo que nos importa, la gente puede decir lo que quiera, pero al final, somos nosotros los que debemos importarnos.

—Veo que ella es justo lo que necesitabas —llegaron al escenario—. Pero nunca está de más, cumplir ese deseo. Te aseguro que, aunque ella no lo diga, también lo desea. En su momento yo también pasé por algo similar y créeme; aunque ella decía estar bien así, cuando nos casamos, no pudo ser más feliz.

—¿A qué viene todo esto? —se detuvo antes de subir, aunque el director ya estaba arriba, en la zona del escenario.

—Vamos. Sube. Sé que, en el fondo, también estarás satisfecho.

No entendía y aún así subió, en silencio siguió al director y al pasar la zona técnica, se sorprendió aún más.

En el centro del escenario había una mesa, un hombre al que desconocía charlaba con Eleonor, lo cual le sorprendió aún más, ya que desde que regresaron, no había podido ir a visitarle, aunque claro, justo el día anterior habían llegado y aún ni siquiera desempacaban.

—¿Qué sucede aquí?

—Sí estás de acuerdo, todos queremos celebrar una boda. ¿Te unes?

El Alma Vista Desde AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora