16. Ya no es la Misma

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Lime

Ya no es la Misma

—Que rápido pasan los días... —murmuro la rubia, aún descansando sobre el fuerte pecho de su Terry.

Una par de semanas después, había comprobado que él no hablaba en vano. Llevaba cuatro días en periodo vacacional y pudo notar que su alcoba era un desastre. Había ropa por todos lados y en el cesto de basura solo había envoltorios y preservativos usados.

—Estoy agotada...

Y lo estaba ya que no le había permitido un solo respiro. No importaba la hora o el lugar, aquello se había vuelto una agradable, pero agotadora rutina.

Hacían el amor, dormían un poco y comían algo, lo que fuera, después volvían a hacer el amor, a descansar un poco y repetían. Aunque de lo único que estaba segura, era de haber descubierto nuevas formas para hacer el amor.

—Descansa... —suspiro al escucharlo.

¿Como hacía para sacar energías y seguir haciéndole el amor varias veces al día?

De día o de noche, en la sala o en la cocina, en su alcoba o en el estudio. Pero además, cumpliendo con la promesa de mantenerla desnuda, a excepción de los momentos en que la dejaba bajar para cocinar, usando solo uno de aquellos pequeños e indecentes vestidos que él parecía adorar.

—Necesitamos asear un poco y, además, te toca cocinar.

—Descansa un poco —repitió, abrazándola aún más a él—. Y déjame descansar un momento.

—Ya no hay preservativos —insistió.

—Temo que me quedaré sin dinero, solo por comprar eso —la hizo reír, sobre todo por la voz adormilada.

—Tengo hambre.

—Dame cinco minutos —bostezo.

—Pronto será Navidad —insistió y dibujo círculos pequeños al rededor del pezón del actor—. ¿Me acompañaras a la cena con la familia?

—¿Podemos hablar de eso después? —sabía que insistiría.

—Prometí que este año si asistiría y todos viajaran a Nueva York, solo por mi —lo escucho suspirar.

—No estoy seguro de poder —admitió al fin—. Eleonor siempre organiza una fiesta y...

—Dijiste que no le importaría, que suele estar ocupada con sus invitados y por lo regular solo te saluda y solo la vuelves a ver mientras charla con otras personas.

—Además hay función ese día.

—Podemos ir cuando termines o si lo prefieres, te espero allá —no le respondió—. Ya solo faltan unos días y también tenemos que ir a comprar los boletos para el tren.

—Candy... —comenzaba a exasperarse, pero ella le interrumpió.

—Quiero salir. Comienzo a sentirme asfixiada.

Se levantó y busco el vestido que más bien cualquiera diría que era una blusa, aunque enseguida cambio de opinión y entro a la ducha, cerrando con pesillo.

Quisiera o no, ella iba a salir a estirar las piernas, para regresar y asear su casa. Se moriría de vergüenza si alguien llegaba a visitarle y notaba el montón de trastos sucios que había en su cocina, o los diversos empaques de preservativos que había regados casi por todos lados.

Ese baño había sido relajante y aunque había escuchado a Terry pidiendo que le dejara entrar, lo ignoro.

Cuando salió, noto que no estaba en la alcoba, fue a su armario y eligió un pantalón de pijama en color azul, una blusita ceñida de un azul más suave y un suéter café de punto.

El Alma Vista Desde AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora