El Alma Vista Desde Aquí

07. Diferencias

El Alma Vista desde Aquí 07

Diferencias

—¡Candy! ¡Qué alegría verte! ¡Vaya que está es una gran sorpresa!

Después de una buena siesta y una reconfortante ducha, sin saber que más hacer, cuando bajo al comedor se encontró con la única habitante de aquella casa, que no había salido de viaje.

—Pues creo que no todo me salió bien —a pesar de que aún estaba triste, sonreía, tal como siempre—. De haber avisado que vendría, quizá Albert y Archie estarían en la ciudad.

—Fueron a atender un importante negocio en Washington DC. Archie está representando a los negocios de la familia Cornwall; ¿Puedes creerlo? Estoy orgullosa de él —con la parsimonia que recordaba en ella, Annie le explicaba todo a la rubia—. De hecho, me alegra que estés aquí —sonrió sin poderlo evitar—. Ahora que lo pienso, debe ser el destino. Sí, eso es —pensó en voz alta—. Tengo una importante invitación para mañana. En realidad habían invitado a Archie, pero entonces surgió este viaje y por eso me quede. Así que espero que aceptes acompañarme y mañana vayas a mi alcoba a eso de las cuatro, para arreglarnos adecuadamente.

—¿Mañana? —le entusiasmo la idea—. ¿A dónde me llevaras?

—Es una cena muy importante —no dijo todo el itinerario—. Incluso el alcalde estará ahí. De hecho, también habían invitado a los Ardlay, así que mejor aún. Yo iré en nombre de mi marido y tu puedes ir en el de Albert.

—Esta bien —respondió pensando que su querida amiga nunca cambiaría—. Solo porque no nos habíamos visto desde el bautizo.

—Ni me lo recuerdes. Mi hijo está por cumplir dos años y en todo este tiempo, esta es la primera vez que su madrina viene de visita. Comienzo a creer que debí pedirle a Albert que fuera el padrino de mi hijo —fingió molestia, causando una carcajada en la rubia.

—Lo siento. Ya está hecho, soy su madrina y no hay cómo volver en el tiempo.

—Me alegra que estés aquí, es abrumador tener semejante casa solo para nosotros.

—Pero solo me quedaré durante un par de días.

—No importa. Es el mejor pretexto para tomarme un descanso de los absurdos almuerzos diarios con mi madre. De hecho, suponiendo que en tu maleta no hay nada que sea lo suficientemente apropiado para el evento de mañana, deberíamos ir a conseguirlo.

—Annie, no; es tarde. Piensa en mí ahijado.

—No te preocupes. Stear está dormido y su nana se encargará en caso de que despierte. Además, después de casi dos años —recalco—. Merezco salir de compras contigo. Vamos; será divertido —insistió.

—Esta bien. Solo porque hace mucho no me compro nada lindo. Pero Annie, no tengo dinero...

—Nunca dije que tú pagarías y no mientas. Todos sabemos que derrochas tu dinero en "tus niños" y a penas gastas un poco en ti —esta vez, la rubia no reprochó, aunque tampoco lo negó.

Diez tiendas y casi treinta vestidos después finalmente ambas estuvieron convencidas de un modelo color menta, adornado con una cenefa bordada a la altura de la cadera, así como en el discreto escote redondo, que de cierto modo, también resaltaba su mirada, entre otras partes de su cuerpo.

—Me gustaría que fuera una reunión más informal, así, quizá podrías lucir algo un poquito más atrevido —afirmo la morena.

—¡Annie! —se imagino vestida como una flapper.

—Ya sé, ya se. Pero Candy; ya tienes veintitrés y aún no consigues marido. ¿Qué tal si en aquella cena conoces a tu alma gemela? Todo puede suceder —hizo un pausa, notando que la rubia meditaba en lo que acaba de decir—. Aún así, creo que este modelo es perfecto. Vas en representación de Albert y como suele decir Archie "negocios, son negocios" —intento imitarlo, resultando graciosa.