01. Destello en la Obscuridad

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ADVERTENCIA


Mis historias no son de romance y pueden herir la sensibilidad de algunas lectoras. Se recomienda total discreción, amplio criterio y buena comprensión de lectura. En esta trama en particular, el inicio es muy fuerte y Candice White no aparece en los primeros capítulos.


DISCLAIMER

Los personajes de Candy Candy pertenecen a Mizuki e Igarashi. Esta historia ha sido escrita sin fines de lucro, solamente por entretenimiento. El registro realizado cubre únicamente la trama de este fanfic. Esta prohibida la reproducción total o parcial de este fic.


El Alma Vista Desde Aquí 01


Destello en la Obscuridad

—Es hermosa...

—¿Cómo?...

—La luna —tan pronto presto atención a aquella chica, trato de disimular su obvio estado, aunque ella sonrió al percatarse de lo evidente y con la mano izquierda, señalo al satélite—. La luna luce hermosa vista desde aquí.

—Claro —hasta ese momento no había prestado atención a la luna; para ser sincero, ni siquiera le había interesado, hasta que ella la mencionó—. Claro... —después del fugaz vistazo, volvió la mirada a esa chica de cabello rubio cenizo y acomodado en un moño del que comenzaban a escapar algunos mechones ligeramente ondulados, y que sentada a su lado esperaba el tranvía mientras comenzaba a sentirse incómoda al ahora saberse observada.

—¿Saliste de fiesta? —para su mala suerte, la verdad era que había salido muy tarde del trabajo, aunque esa no era la peor de las noticias, así que comenzaba a creer que el transporte ya no pasaría.

¿Tendría que regresar caminando hasta su casa?

—¿Lo dices por esto? —mostro la botella que aún sostenía e hizo una especie de trompetilla en gesto negativo—. No —acompaño la explicación con un inesperado ademán despectivo, además de un pujido y un suspiro y cuando ya no pudo más, finalmente acepto que no valía la pena ocultar lo evidente ante una desconocida—. Solo trato de olvidar.

—Creo que eres demasiado joven como para querer olvidar de esta manera. ¿Cuántos días llevas así?

—No lo recuerdo —balbuceo—. Solo tome todo el dinero que tenía, salí de mi casa con la intención de no volver nunca y quise olvidar —intento hacer un ademán, pero tiro gran parte de su bebida, antes de darle un último trago—. Creo que fue después de la primer nevada y antes de año nuevo —quizá, movido por el alcohol que tenía en la sangre, comenzó a derramar algunas lágrimas.

—¡Antes de año nuevo! —estaba sorprendida—. ¿Estás loco? ¡Casi es San Valentín! —él solo respondió con otro movimiento de la mano—. ¿Dónde vives?

—Nueva York.

—¿Sabes que estás muy lejos de tú casa? Estamos en Rockstown.

—Es que ella vive en Illinois. Por eso estoy aquí; porque me queda de paso. Pero no he reunido el valor para... —suspiro y se limpio las traicioneras lágrimas que se le escaparon—. Vine para... Es que yo... cuando la invite a Nueva York, es que, esperaba que se quedará a mi lado, pero entonces todo salió mal y se marchó; ni siquiera quiso hablar conmigo, ni siquiera acepto que la llevara a la estación de ferrocarriles —se incorporo lo suficiente, como para recargar los codos en las rodillas y esconder el rostro entre las manos

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