Ryan.A diferencia de algunos amigos, no me sentía en deuda con quienes padecían discriminación, ya sea por su color de piel o género; no quería cargar con esa deuda histórica, le idea de que alguien humano mereciera castigo por un crimen que no cometió sonaba atroz.
Pero, no sé cómo, aún así me sentía en deuda con tantas personas. Por no protegerlas, por ignorarles, por no ser mejor.
—Me siento bien estudiando pero no me gusta. —Suspiré. Aunque dentro de lo que cabe, al menos pasaría el semestre, estaba seguro.
—¿Irás entonces a la fiesta? —Preguntó Meriem.
—Sí, estoy dentro.
Miré de reojo a Meriem, quien se encontraba en el umbral hablando con Alec y no conmigo. Me dio una vergüenza repentina que contuve solo juntando mis manos sobre mi pecho, los observé, recostado en mi cama. Skinner y la cabeza cuadrada me miraron raro antes de seguir charlando entre ellos.
Qué malos.
—No olviden terminar las fotos para mañana. Necesito que me devuelvan la cámara. —Ordenó Meriem a Alec, antes de despedirse, dando largos pasos con sus zapatillas rojas por el pasillo, amenazando con la mirada a todos los universitarios que le siguieran el paso.
Alec retrocedió en sus pasos para lanzar un golpe a la litera, me pidió que bajara en lugar de verlo con esa gran diferencia de altura. Dejé caer mi mano, tratando de apartar su cara redonda que insistía. El sol le pegaba en todo el cuerpo debido al atardecer.
—Ya baja, tarado. Si quieres irte temprano a tu fiesta solo acabemos esto. —Pidió, juntando las cejas para mostrar frustración. Alec parecía más triste que enojado cuando se molestaba, y viceversa, era medio raro.
—Ya, bajo. —Me rendí, reincorporándome fuera de la cama antes de pasar una mano sobre la playera blanca y asegurarme de que lucía sin manchas—, toma una foto o dos, no me gusta cuando me las tomas.
—Imbécil, las tomo bien, aparte necesitamos como 10. —Tiró de mi oreja, logrando que me pegara en el dedo pequeño al intentar bajar las escaleras de la litera. Lancé un codazo a su hombro sin conseguir darle.
—No es eso, me da pena que las tomes tú. No puedo mostrarme serio o genial contigo porque te ríes. —Aclaré, caminando a la pared blanca del frente. Entretanto, él solo giraba los ojos y configuraba la pequeña cámara—. Y vamos, bebé, que yo soy muy genial como para que me arruines el momento. Tengo potencial, solo no puedes verlo.
—Lo veo, siempre. —Murmuró, antes de pedirme que mirara en dirección a la ventana y levantara el mentón. Me quedé quieto un momento, desorientado—. ¿Ryan? Apúrate, no te hagas el difícil, imagina que estás con Tatyana, o yo que sé.
Sería una buena amiga, si habláramos de forma decente.
Traté de concentrarme en ello, mostrando una gran sonrisa para las fotos. Estaba ese sentimiento extraño que me mantenía alerta, yo era muy receptivo desde pequeño pues debía aprender a no abrir la boca en ocasiones variadas, también a comprender cuando mi madre necesitaba espacio, así que aunque las cosas parecieran marchar bien a mi alrededor terminaba con esa sensación extraña de haber absorbido sentimientos ajenos.
Y algo se sentía raro con Alec, aún después de contarme con una sonrisa que Chloe lo había besado y decidieron volver como pareja.
—¿Puedes acercarte un poco más a la luz? —Preguntó serio, imperturbable. Retrocedió sin apartar la vista del lente, elevó una mano como si fuera a decir algo pero nunca escuché que la cámara tomara la imagen.
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Casanova a tu servicio.
General FictionAlec Skinner proviene de un antiguo pueblo de ricachones, en donde se comprometió a la edad de 16 años con Chloe. Ahora en sus 20, se ha mudado a la ciudad. Ryan Hammer es la definición de casanova en el sitio, estudiando su primer año en la faculta...