VIII

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*Mateo*

-hey- me saludo Martha viendo a todos los que habían venido

-¿Pueden pasar?- pregunté juntando mis manos en modo de suplica

-deciles que pasen- asintió - y vení

-¿Cómo la viste?- pregunté siguiéndola

-ya se dio cuenta de todo, es inteligente - elevó sus hombros y asenti

-anda con ella- sonrió y me fui

-mira hijo, está es la habitación de mamá, es hermosa, este es el baño, todo de mármol, ajam, mármol- conté grabando todo mientras me movía por toda la habitación-ahí está tu mamá, que como siempre no me da pelota, estamos con amigas y amigos, el es Manu, ojo que es escritor, este es Uriel, que supuestamente juega al fútbol, pero es re pata dura, ella es gema, es una artista, una artista con h porque está harta de todo-reí al igual que todos en la habitación-  el es Mirko, no hace nada, vive a cuestas de sus viejos, el es Juan, vive de viaje, ojo- reímos y finalmente apunte a los 3 pilates de nuestras vidas, nuestros amigos queridos- y como siempre Camilo, Camila y Male, podemos decir que las chicas te pueden mantener amor, pero de Camilo no esperes mucho- lo abracé mientras nos apuntaba a ambos, por último volví con René-

-te amo hijo, te amo mucho- sonrió y corte el vídeo enviándoselo a mí vieja

Dejé un beso en la frente de mí novia y salí unos minutos fuera de la habitación, la amo, la amo demasiado como para dejarla ir.

Tiempo más tarde...

*René*

Desperté con mareos, bastantes mareos, lleve mí vista a Mateo, quien estaba en el piso, envuelto en unas finas sábanas, durmiendo. El no se merece esto.

Me levanté despacio, descolgando el suero que tenía, camine al sillón y me desplome, mirando la posición en la que se encontraba mí negrito. Es el amor de mí vida. Negué y volví a la cama pasando la hora, para tratar de dormir un poco.

Cuando me desperté me sentía mejor, a mí lado estaba Matu y marcos, el primero tenía en sus piernas al pequeño palacios, quien al verme salto a mis, apretándome tanto como podía entre sus bracitos, mostrándome los dibujos que había hecho con su abuelo Pedro y su tío Emilio, explicándome cada pequeña línea, de más está decir que me derretía.

Mateo por otro lado se sentó junto a nosotros, abrazándonos y cada tanto escondiéndose en mí cuello, para tratar de reprimir las lágrimas.

Duele, duele mucho saber que el amor de tu vida sufre con vos, duele saber que no vas a ver a tu hijo crecer, duele no poder acompañarlo en su vejez, duele separarme de ambos.

Me duele.

Me duele demaciado.

Ama Siempre- TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora