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Aries abrió la puerta de la enfermería con delicadeza después de estar por casi tres horas parado en la fila afuera de está. La noticia de que la empresa Zooidion había llegado de improvisto para realizar una inspección sobre la mercancía había llegado en el momento menos indicado para los futuros elegidos a ser vendidos y sobre todo para él Ariano que tuvo mucho más problemas.
Ese día era su turno para servir el desayuno junto a su grupo de compañeros clase C, además tuvo algunos problemas con Libra y Capricornio para que se colocarán en diferentes filas para entrar al mismo lugar y como era de esperarse el tuvo que volverse la compañía hasta que fueran checados, ahora estaba en el último lugar por preocuparse por sus compañeros.
Suspiro cansado pero sobre todo decepcionado consigo mismo por no lograr evitar que Libra y Capricornio fueran vendidos en pocos días.
Se sentó en la vieja camilla que rechino ante su peso algo que no lo asombro aquella sala médica era la primera vez que se utilizaba en meses los mismos que los supervisores se gastaron el dinero en ellos mismo.
—Eres el último, en un momento te checo— escucho la voz detrás de cortina a perlada.
La sombra era alta y movía constantemente carpetas de un lado a otro seleccionando candidatos o eso pensaba. Miro como se daba la vuelta y abría lentamente la cortina hasta dejar al descubierto su cabello rosado casi rojizo.
—C-2103 Catálogado como observador— miro como los ojos del joven con bata lo observaban. —Ultimo trabajo hace 4 meses.
Miro como el joven dejo la carpeta que tenía en sus manos en la mesita que tenía a su lado, se acercó a él inspecciónando lo con la mirada de arriba a bajo con una lentitud que lo incómoda.
—Abre tu camisa— le ordena el pelirosa al peliblanco quien lo hace inmediatamente.
Aries siente la mirada del pelirosa mucho más intensa que la última vez, se acerca de manera cautelosa como un águila apunto de atrapar a su presa, se mueve algo incómodo en su lugar y desvía la mirada de la cara ajena cuando se acerca. Cierra sus ojos y sus manos aprietan la camilla, el sólo tacto de los dedos del doctor lo estremece como el agua fría en las mañanas.
—Tu.
Siente como sus dedos tocan cerca de su pezón izquierdo detallando la cicatriz que ahí posee como si ya lo hubiera hecho antes y baja hacia la cicatriz en su abdomen.
—Quitate la ropa.
Abre los ojos con sorpresa y golpea contra la cara del joven con fuerza haciéndolo caer al suelo. Ya era suficiente de tanta idiotez, el no era una puta para hacerle caso a cualquiera. Se abalanzó sobre él pero una patada en el estómago lo hizo caer y golpear su cabeza sobre el respaldo de la mesa dejando caer varios instrumentos y carpetas al suelo, el sonido de esparció y la ayuda llegó.
