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Sus ojos violeta se desviaron hacia el bulto blanco que estaba siendo llevado en una camilla por todo el camino, observó a Cáncer caminar detrás de los trabajadores que llevaban el cuerpo.
—¿Murio?— interrogue. Su mirada enfada me respondió.
—C–34, hora de muerte 2:30 PM.
Volví a mirar el cuerpo envuelto en una bolsa blanca. Camine hacía el ya que se detuvo enfrente de mi cuando hable con Cáncer.
Baje el cierre de la bolsa encontrando me con un rostro conocido en esa empresa, se suponía que era el primer resultado exitoso o simplemente el que había vivo más.
Mire aquel collar de cuello que tenía aún puesto, deslicé mis manos sobre el para quitar toda evidencia que era de nuestra propiedad.
—Deberias evitar poner el nombre de Zooidion en los periódicos matutinos— el cangrejo rodo los ojos —No queremos que Ofiuco eliminé toda evidencia.
Se cruzó de brazos mirándome con preocupación y enojó, alce los hombros como si no le diera importancia aunque era evidente que el supervisor general odiaba los errores. Sin duda el no se tentara el corazón cuando se trata de matar.
—Es acaso todo lo que tienes que decir, Leo— cerró la bolsa con sus propias manos —O ¿sabes algo que yo no?
—Lo golpearon antes de morir— desvíe la vista a los dos jóvenes que cargaban la camilla —No fue solo uno, se nota por la fuerza de los varios moretones en su cuerpo.
—¿Crees que pudo haber interferido con la asimilación del farmacéutico?.
—Puede ser siempre hay altas posibilidades, además las emociones controlan gran parte de sus sistema— Mire directo aquellos ojos azules —Pero creo que no debe interesarte la opinión de este supervisores.
—Leo— murmuró mi nombre.
—Vamos no pienso que un genio como tú no se allá dado cuenta— sujete con fuerza el collar —Eliminaran a los débiles y pondrán reportes falsos para evitar decir que los mataron ¿No es así chicos?.
Los dos jóvenes que se mantenían al margen tragaron su propia saliva con preocupación y empezaron a temblar.
—¡Mantegan la calma!— exclamó Cáncer —Por supuesto que lo sé, es inevitable, tu deberías cuidar tu boca.
—Sabes no tengo miedo a la muerte— pase mis manos hacia detrás de mi cabeza —Ofiuco no puede hacerme daño.
—No estés tan seguro, cuando menos lo esperes te tendrá hincado a sus pies.
