❝私の声❞
▭𝓝𝓸 𝓼𝓸𝓵𝓸 𝓬𝓸𝓷 𝓿𝓸𝓬𝓮𝓼 𝓼𝓮 𝓮𝔁𝓹𝓻𝓮𝓼𝓪 𝓵𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓾𝓷𝓸 𝓼𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮.
Solo por un accidente. Un pequeño accidente que le cobró toda una bonita infancia y crecer como alguien normal.
Su vida era una tortura, según ella. Pero...
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La de antena naranja saltaba alegre alrededor de su grupo. Van a salir al centro comercial que quedaba a cuadras contrarias de la casa de los chicos.
—Emma, deja de saltar. Te vas a marear.
—¡Es que vamos con _________ al centro comercial! ¡Comeremos mucho helado y veremos jirafas! ¡VIVA! —alzó sus brazos al aire, con una gran sonrisa en su rostro.
A la de hebras amarillentas se le fue inevitable sonreír, se le había pegado el ánimo y ahora tiene muchas ganas de ir. Sintió como su hombro fue rodeado por un brazo, siendo la de hebras anaranjadas quien le miraba con una sonrisa ladeada.
—Tú, yo y unos peluches de jirafas con gatitos. No sé, piénsalo.
En el rostro de la fémina contraria se formó un gran sonrojo, pero asintió. Quería estar con ella, después de todo la hace feliz.
—¡Chicos, __________ dijo que sí! —exclamó para abrazarla desde atrás.
—Bueno, yo creo que no va a poder ni siquiera llegar si sigues así. —comenta el azabache con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
—Oigan. . . —llamó la atención el albino— ¿Su madre le dejará ir?
La sonrisa que tenía Emma en el rostro se borró, para tornarla en una cara seria. Se separó de la rubia para ponerse frente al grupo, que ya estaban en toda la entrada del Instituto.
—La tiene que dejar ir, tanto al estudio de mañana como hoy al centro comercial. —el rostro de los chicos se tornaron igualmente serios. Sabían lo que pensaba la peli naranja en ese momento, y era entendible después de lo que la de orbes violeta le contó lo que le pasó— Saben como soy, ¿no es así? Ya deberían saber lo que estoy pensando, y les aseguro que no haré nada. Tomaré responsabilidad de __________. No importa, con tal de que ella sea feliz a nuestro lado.
—Emma. . .
—¡Lo siento, Ray, Norman, __________! Estoy muy molesta con tu madre. —dirigió su mirada a la oji morado cuando pronunció las última frase, teniendo su ceño fruncido— No se me hace correcto que te haya ignorado de ese modo, así que quiero que tú olvides los malos recuerdos y conserves los buenos. Conseguiré tu permiso, y si es necesario le pediré ayuda a la directora.
Duraron unos segundos en silencio, para que el azabache diera el primer paso hacia la fémina y colocar su mano en el hombro de ella.
—Emma. . . No vamos contra el Gobierno, o contra un villano. Simplemente vamos a pedir un permiso. . . —comenta con una gotita bajando por su sien.
La peli naranja quedó en blanco, con una sonrisa cerrada en su rostro y una gotita bajando por su frente.
