❝私の声❞
▭𝓝𝓸 𝓼𝓸𝓵𝓸 𝓬𝓸𝓷 𝓿𝓸𝓬𝓮𝓼 𝓼𝓮 𝓮𝔁𝓹𝓻𝓮𝓼𝓪 𝓵𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓾𝓷𝓸 𝓼𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮.
Solo por un accidente. Un pequeño accidente que le cobró toda una bonita infancia y crecer como alguien normal.
Su vida era una tortura, según ella. Pero...
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Sus ojos estaban fijos en la pelota que tenía en mano, miles de pensamientos cruzaban su cabeza respecto a la de cabellera rubia. La imagen de ella en el hospital, soriendo con una flor en su mano no dejaba de reproducirse en su mente.
—¡Bien, den todo de ustedes!
—¡Si!
El entrenamiento dió empiezo, con un trío dando todo de sí mismos. La de orbes violeta en las gradas les observaba, pero su mente no estába allí.
“_______, ¿tú. . . No te haz sentido sola? ”
Esas palabras resonaron en su mente. Se recostó en el barandal, cruzando los brazos encima de este para reposar su cabeza en ese lugar.
Me he sentido muy sola, Emma. Muchas veces.
Su atención se lo robó por completo la de hebras naranja, que se veía muy concentrada en el entrenamiento. Ahora que lo piensa bien, sólo ha pasado un mes desde que conoce al grupo.
Se sintió como si hubiera sido hace un año. . .
Después de un rato, la campana hizo acto de presencia, avisando que ya era el momento de volver a las aulas y seguir con las últimas clases. La de orbes esmeralda se acercó corriendo hacia donde se ubicaba la otra fémina del cuarteto, estando ella arriba.
—¡__________! —llamó desde abajo. La nombrada le miro— ¿¡Me viste!? ¿Estuviste observándome?
Al parecer lucía con mucha energía aún, estando muy emocionada por una respuesta afirmativa por parte de su compañera. La rubia asintió con una sonrisa en su rostro, contentando mayormente a la peli naranja.
A pasos un poco acelerados bajó de las gradas para llegar con la peli naranja, que a su vez llegaban el azabache y el de orbes azules.
—___________, ¿que te pareció? —preguntó amable el albino, para dar un trago de agua.
—"Me gusta verlos divertirse, en cierto modo transmiten su alegría hacia mi" —el de ojos ónix después de traducir aquello, se sentó en suelo para tirarse toda el agua de su botella encima suyo.
—¡Ray!
—Tenía calor, lo siento.
—No lo vuelvas a hacer, estamos dentro de la cancha y tú no limpias. La próxima hazlo afuera. —regaño la antena naranja, secándose con una toalla.
—Debemos apurarnos, tenemos que ir a la clase del profesor Yūgo. —comenta el de ojos azules, quitándose la playera y colocarse el uniforme que había dejado en la banca.
