Capítulo 1

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En medio del inmenso bosque de los demonios, en la entrada de una cueva que aparenta ser una enorme roca. Una planta cuya peculiaridad se conoció años atrás, comenza a marchitarse de la nada hasta ser del color de la tierra. Marchita. Inútil ante la única tarea que debía cumplir. 

¿Qué la hizo marchitarse?

Por otro lado, el bosque se está viendo afectado. Los árboles parecen pudrirse con el paso de los días, la neblina ha comenzado a disiparse, y el aire parece estar cada vez más fresco. 

¿Qué está pasando?

— Ves... — murmura entre sueños mientras mueve su enorme cabeza en busca del contacto de alguien que no está ahí — ...ta...

Mueve su nariz para olfatear a quien busca entre sueños. Nada. No hay rastro de aquella persona.

— Ves...ta... — comienza a hacer muecas con su rostro lobuno antes de despertar.

La cueva está completamente sellada y solo hay oscuridad a su alrededor. Silencio. Soledad.

A pesar de su perfecta visión nocturna, Borja duda al no lograr ver a la chica que había estado junto a él al momento de caer en ese largo y profundo sueño. 

¿Cómo no pudo ser capaz de sentirla moverse?

— ¿Vesta...? — su voz poco a poco comienza a tomar fuerza a medida que crece su ansiedad por no encontrar a su querida "humana-demonio".

— ¿Borja?

— ¿Qué fue lo que pasó?

— Lanch, Lonch.

— ¿Por qué estámos despiertos?

— Gob.

Los cuatro demonios permanecen en el interior de la cueva sin saber qué hacer. Pero es Borja el que da el primer paso, caminando hasta el lugar en dónde antes era la entrada, para hacer una nueva.

La luz inunda parte del lugar haciendo que todos se cubran por un breve instante. Cuando consiguen ver con normalidad, miran en todas direcciones buscando lo mismo.

— ¿Dónde está Vesta? — pregunta Gob.

Borja permanece en completo silencio mientras los demás se siguen haciendo la misma pregunta. Luego de un momento, los tres demonios menores se vuelven sombra y salen de la cueva, dejando al inmenso demonio en la soledad de ese lugar al cual una pequeña criatura, llamó alguna vez "hogar".

— Debe estar por ahí como siempre... — intenta convencerse

— ¡Borja! — Lanch se asoma a la entrada — tienes que ver esto — se ve bastante seria.

Al salir de la cueva, Borja ve a lo que la demonio se refiere. El bosque tiene una apariencia extraña. Está marchito.

Poco a poco, los demonios que habían caído dormidos cerca de la cueva, van despertando. Desorientados. Confundidos. Perdidos en el lugar que conocían perfectamente bien; pero a la vez no.

— El bosque de los demonios... — dice Lanch al ver los alrededores. Mira a Borja, que no deja de ver con intriga lo que hay ante sus ojos.

— El bosque está muriendo. — dice él.

— ¡Borja! — llega Lonch — ¡Tienes que ver esto!

Antes de seguir al demonio, Borja echa un último vistazo al interior de la cueva, como un intento inútil por encontrar a Vesta. ¿Por qué no está? se pregunta mientras se dirige al lugar indicado por Lonch.

— Mira. — le señala un enorme árbol que se encuentra justo en el centro del bosque.

Borja se acerca cauteloso al gran árbol, el cual le resultaba un poco extraño. Conoce demasiado bien el bosque como para estar seguro de que nunca antes lo había visto. De hecho, nunca antes había visto un árbol que tuviera flores blancas y rojas en el bosque de los demonios. 

— ¿Qué es...? — se acerca más a él hasta colocar sus garras sobre el tronco y olfatear ese extraño olor que desprenden las flores. Suave. Dulce. Familiar — Vesta... — Algo parece revolverse en su interior. Algo que lo vuelve colérico en cuestión de segundos — ¡¿Dónde está?! — suelta un fuerte gruñido.

Sumido en su propia ira, Borja deja salir varias sombras de su interior para que recorran el bosque.

— ¡Búsquenla! — los demás demonios lo observan sorprendidos por su reacción. Nunca habían visto a Borja de esa manera. Nunca lo habían visto actuar de una forma tan "preocupada". — ¡¿Dónde está Vesta?!

Todos los demonios deciden alejarse de él, pues Borja, la calamidad de la humanidad, está furioso por haber perdido a su humana. A su querida Vesta

...

— Al fin despiertas... — escucha la voz de un hombre — ¿Estás bien?

— Yo... — se siente demasiado cansada como para hablar — ¿Dónde estoy?

— Tranquila — dice el hombre — Descansa. Luego hablaremos — su cálida sonrisa le da seguridad — ¿Cómo te llamas? — lo mira confundida.

— Yo... No lo sé — siente un fuerte dolor en la cabeza, a medida que una extraña desesperación comienza a apoderarce de ella — ¿Quién soy?

El bosque de los demonios (2): Fuera Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora