Capítulo 8

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Estaba oyendo perfectamente los gritos de Meg en sus intentos de conseguir que abriese los ojos, pero temía que al hacerlo el dolor de cabeza fuese más fuerte que el que ya tenía con ellos cerrados.

-Jane por favor, ¡¿Puedes levantarte ya?!

Notando que su cabreo iba en aumento, abrí un ojo, de lo que me arrepentí enseguida.

Anoche me encontraba perfectamente, y ahora de repente la resaca era incontrolable.

-¿Tengo que ir a esa dichosa playa? – Le pregunté a la vez que me ponía un cojín en la cabeza.

Meg me quitó el cojín de un tirón, y abrí los ojos para verla cruzada de brazos. – Sí. Levántate ¡Ya!

Decidí hacer un esfuerzo sobrehumano, aunque mi cuerpo me pedía unas cinco horas más de sueño, y me metí en el baño para lavarme la cara y los dientes.

No llevaba ni cinco minutos tratando de espabilarme cuando Meg aporreó la puerta.

-¡Date prisa!

-Joder Meg, ¿me puedes dejar un poco?

Entre que me acababa de despertar, tenía resaca y los gritos de Meg, me fui cabreando poco a poco con la situación.

-Vale, te esperamos abajo, como tardes más de media hora no seré yo quien suba a por ti.

No, no me apetecía tener que aguantar las quejas de Aaron ni su mirada de "paso de todo", la que probablemente tendría hoy de nuevo, como si anoche no hubiésemos tenido una conversación de lo más normal. Al menos a sus ojos, ya que a los míos había sido una de las situaciones más embarazosas y extrañas que había vivido con él.

Salí del baño arrastrando los pies, después de haberme lavado la cara unas cuatro veces seguidas, para lograr despertarme algo.

Decidí ponerme un bikini negro básico, pero de lo más llamativo, que me estilizaba bastante. Pese a estar resacosa y poco ágil, mi mente seguía teniendo en cuenta que había que destacar.

No quería ni imaginarme el modelito que se habría puesto Cindy al pensar que pasaríamos un día entero juntos en la playa. En una playa que ni siquiera sabía dónde estaba.

Después de haberme terminado de vestir, básicamente poníendome una camiseta extra grande blanca y las chanclas, cogí mi móvil y mi neceser, donde llevaba dinero y alguna que otra cosa del kit necesario para chicas.

-¡Jane! - En el momento que la voz de Aaron sonó desde el salón, supe que había pasado la media hora.

-¡Voy!

Cuando bajé, Nate estaba mirando algo en el móvil tumbado en el sillón, mientras que Meg terminaba de meter bebidas en la nevera portable.

Aaron estaba de pie mirando como bajaba las escaleras pareciendo que las piernas me pesaban.

-Por fin. – Fue lo único que dijo, con el tono de voz de siempre, y se dirigió a la puerta.

Me coloqué al lado de Meg y la ayudé a llevar las dos neveras al maletero, mientras que Nate llevaba un balón y un par de palas.

Aaron arrancó, y fue cuando ahí cuando vi la hora en la pantalla del coche.

-Madre mía, ¿a qué playa vamos? ¡Son las ocho y media de la mañana!

-Sí, y habíamos quedado todos en el Target a las ocho. – Meg me miró recriminándome.

-Lo siento, no pensé que fuésemos a la playa de la otra punta del país. – Dije mirando por la ventana justo cuando llegamos.

Dímelo de nuevo (Solo tienes que decírmelo 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora