16 Luvia de besos

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KIAN

Me pasé días completos llamándola, pero no me contestaba, inmediatamente colgaba la llamada. La buscaba y me ignoraba como a un completo desconocido en los pasillos, en las clases, en cualquier sitio.

Me quedo mirando mi celular recostado en el sillón y me paso una mano por el cabello sin saber qué hacer, empiezo a creer que ella si se está olvidando de mí y yo no podré hacer absolutamente nada para que cambie de opinión.

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EIDER

Al día siguiente Kian me siguió llamando, borré su número y eliminé todas sus llamadas, pero él siguió y siguió insistiendo con persistencia.

Transcurrió el fin de semana y yo no tuve tiempo ni de observar tres segundos el reloj para comprobar que ya tenía que regresar al colegio, el lunes temprano León pasó a recogerme a mi casa para llevarme al colegio, lo que fue muy considerado y amable de su parte, habría odiado el tener que conducir durante una hora y media después de no haber dormido nada.

Cuando Leonardo detiene el auto en el estacionamiento frente a la entrada repleta de estudiantes que van apurados rumbo a sus respectivas clases, yo bajo de su auto y cierro la puerta suavemente, cuando me vuelvo me doy cuenta de que Leonardo ya está parado delante mío, no sé cómo se las arregló para llegar a mi lado tres segundos después de que apagó el motor. Yo le sonrío ocultando mi confusión y me veo sorprendida cuando él toma la mano y entrelaza sus delgados dedos con los míos.

—Podemos hablar después de tus clases —me propone mostrando esa particular sonrisa de chico educado que tanto le caracteriza.

Resulta que pasamos todo el fin de semana juntos, vimos películas en el living de mi casa, paseamos por los alrededores de la casa mientras hablábamos de nuestras vidas, visitamos a la vecina Peterson y preparamos panqueques de nuez siguiendo las instrucciones de la señora (aunque nunca hablaba con nadie y ya tenía una edad bastante mayor, debía reconocer que era un total encanto), por y gracias a todas esas actividades no recordé frecuentemente mi mal de amores, lo que fue un verdadero alivio.

—Vale —le respondo después de un largo silencio —para nada incómodo— y suspiro fijando mi mirada en nuestras manos unidas.

Me despido de él besándole la mejilla y rompo el contacto entre nosotros antes de tomar mi mochila del auto y volverme para correr a la primera clase del día.

Más tarde ese mismo día Leonardo y yo nos encontramos en el campus a eso de las dos de la tarde, no es que me apeteciera salir con él, sino que él había sido lo bastante reservado y amable pasando el fin de semana a mi lado sin preguntarme porque me empeñaba en no estar sola, de algún modo sentí que se lo debía, además, tampoco estaba haciendo un sacrificio al salir con él, me agradaba su compañía y su buen humor.

🖤Locura Helada De Amor🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora