15 - NO ME PROVOQUES

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Nines aprieta sus manos ensangrentadas y solloza suavemente. El no podía, no quería, pero allí estaba a su lado. Gavin se hallaba tendido en el frío suelo, un hilo de sangre recorría su rostro. Desmayado y con la respiración débil, vivo al fin y al cabo.

Nines se arrodilla junto a su cuerpo y lo toma con ambos brazos en necesidad de calentar su pecho. Cierra los ojos tratando de concentrarse y reflexionar los últimos treinta minutos de su vida. Gavin lo había descubierto de acuerdo, habían peleado y la cólera en el androide había estallado. No deseaba hacerle daño al humano, lo amaba, pero algo dentro de él lo impulsaba a comportarse así. Un impulso maniático, una posesión de algún tipo, algo casi sobrenatural. Nines lloraba en silencio tratando de entender y de entenderse. La tela de su abrigo comenzaba a mancharse tenuemente con sangre roja, Gavin estaba recostado en su hombro aun sin moverse.

-Perdóname por romperte así Gavin –susurra RK acariciando la espalda contraria. Como buscando un especie de alivio en toda la pesadilla.

Tras unos minutos, Nines decide que ya es hora de actuar. Se separa del detective para mirar su rostro nuevamente. Gavin no parecía estar ni vivo ni muerto. Su cabello se hallaba esponjoso y despeinado, su cicatriz más marcada que nunca y sus pómulos rojizos. La sangre ya no circulaba, se había comenzado a resecar provocando un pequeño cascaron.

Nines continuaba analizando su situación ¿Qué pasaría cuando el humano despertase? ¿Lo perdonaría por haberlo golpeado o por matar a ese joven en el edificio abandonado? ¿Escaparía del androide y lo denunciaría frente a Fowler en la comisaría?

Las preguntas bailaban en su mente. Necesitaba encontrar una solución al enorme problema en el que se había metido. Gavin era un detective, oficial del departamento de policía, debía obedecer la ley que el mismo proclamaba. Si Gavin era conocedor del asesino que había provocado un homicidio, su deber era informarlo a las autoridades. Aquello era el temor más grande de RK, que su compañero lo denuncie, lo abandone en beneficio de su trabajo. El androide sabía que Gavin lo delataría de alguna manera, quizás no esta noche pero en algún momento lo haría. 900 no podía apaciguar su necesidad de matar, esta había logrado interferir en cada uno de sus circuitos. Solamente necesitaba tiempo hasta poder solucionar su problema, el humano tendría que ser paciente y entenderlo. En caso contrario, RK buscaría la manera de silenciarlo. Sea como sea.

Nines toma el cuerpo de Gavin para llevarlo a la habitación. Lo sienta en el suelo con la espalda apoyada al borde de la cama. RK afloja un poco el amarre de sus muñecas solamente para aferrarlas a una de las patas del mueble. Esto evitaría que Gavin se levantara apenas cobrara la consciencia. Nines no dejaría que dicho escape hacia la comisaría a denunciarlo.

Busca un paño limpio en el baño y lo humedece con un poco de agua. Se posiciona nuevamente al lado del castaño tratando de higienizar un poco su rostro. Gavin se veía agotado, como si se hubiese peleado con treinta hombres.

Nines palpaba sus heridas, tocándolas y siguiendo lentamente su forma con el dedo. Estas generaban una débil textura, hipnóticas para el androide. Tanto así que lleva uno de sus dedos a la boca, probando la sangre seca y sintiendo su gusto. Nines había probado al humano de otras maneras antes, no mediante su sangre, pero la información que desprendía este nuevo fluido rojo era más que reveladora.

<Glóbulos rojos, blancos y plaquetas>

<Proteínas y minerales>

<Grupo sanguíneo: 0+>

Los censores de Nines arrojaban más y más datos. Tantos que el androide no alcanzaba a identificarlos a todos. Era tan abrumador el despliegue de información que 900 ni se había dado cuenta que el humano había comenzado a despertar.

-Nines... –llama Gavin con la voz quebrada.

Los ojos del androide se abren de sorpresa.

-Gavin, perdóname, por favor perdóname... –repetía RK.

-Nines... ¿Qué estás...? Me golpeaste.

-Lo sé y lo siento por eso.

El androide no hablaba sino que susurraba, si Gavin lo tuviera un poco más lejos, apenas podría escucharlo. Su led titilaba y su cuerpo temblaba levemente. Acerca su rostro a la mejilla del hombre depositando un tierno beso en su cuello.

Gavin intenta mover su cuerpo y levantarse del suelo pero algo lo detiene, sus brazos estaban sujetos a la barandilla de la cama. De repente, la somnolencia propia del golpe se desvanece. Un instintivo mensaje de peligro recorre por su cerebro. El menor intenta despegar de un sobresalto pero le es imposible, estaba básicamente inmóvil y demasiado bien sujeto.

-Nines... no comprendo lo que estás haciendo pero debes sacarme de aquí y lo sabes muy bien –expresa el detective aguardando la mayor calma posible. Ya había comprobado que alterar al androide era mala idea.

-Te ruego que me disculpes, nunca volveré a golpearte de esa manera –comenta ignorando por completo la petición anterior.

-Esta bien, necesito que me quites esto de las muñecas... Nines... hazlo ahora.

-No lo haré.

El humano se congela por un segundo –Claro que sí lo harás ¡Ya!

RK solamente lo observa negando con la cabeza nuevamente –Te vengarás de mi si te libero.

-¡Nines! ¿Qué demonios te sucede? ¡No puedes dejarme aquí! –grita Gavin mientras comienza a tambalearse intentando liberar sus manos.

-Claro que puedo y si continúas gritando me obligaras a callarte –el androide se levanta y camina hasta fuera de la habitación con paso seguro.

-¡NINES! –Gavin sentía como todos sus adentros ardían y se retorcían de odio. Continúa gritando el nombre del androide hasta que este aparece y se posiciona junto en la puerta.

-No me provoques Reed –alcanza a decir antes de cerrarla.

El castaño gruñe estúpidamente. Clava las uñas de sus dedos en la madera de la cama y patalea con espasmos convulsivos. Su corazón dolía al igual que su cabeza. No poseía su teléfono a mano y nadie lo escucharía estando casi en el último piso del edificio. La rabia era enorme y la impotencia también. Nines, el amor de su vida y su todo hasta hace pocas semanas, se había transformado en un verdadero psicópata. Tan brusco resultó su cambio que ahora Gavin dudaba en lo que le fuese llegar a hacer. Necesitaba una manera de liberarse y salir cuanto antes de allí. Nines podría hacerle aun más daño o incluso matarlo, ya no estaba seguro de nada. Lo desconocía completamente.

Tan extraña se había vuelto su personalidad que Nines se asemejaba casi a un paciente con bipolaridad: cálido y compasivo en algunas ocasiones; frío y despiadado en otras.





EN MIS ENTRAÑAS | REED900Donde viven las historias. Descúbrelo ahora