4. Hielo.

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En Nunca Jamás eran contadas las veces que nevaba, pero este año en víspera navideña todos los habitantes del norte quedaron maravillados al observar los copos caer del cielo. Hacía años que no nevaba en Norte, una gran ciudad costera protegida del mar por altas Montañas.

Los citadinos salían de sus casas con grandes abrigos de piel, los niños lanzaban bolas de nieve a diestra y siniestra, algunos adolescente corrían con grandes trineos de madera mientras los padres preparaban bebidas calientes. La felicidad se sentía en el ambiente, felicidad que pronto se vería opacada por un gran accidente.

Las hermanas Eliza y Ariadna salieron de sus casa bien abrigadas, caminaron por la ciudad hasta El Gran Lago, caminaron por media hora saludando a todo aquel que encontraban en su camino. Ambas iban hablando sobre lo que planeaban vestir en la fiesta de Navidad.

-Yo quiero un vestido gigante, si es rosa mucho mejor. Espero conocer al amor de mi vida en esta fiesta.- Dijo Ariadna.

-Tú siempre soñando con un chico, Ana. Por mi parte deseo un vestido azul y que no llame tanto la atención.-Dijo Eliza mientras se acercaba a la orilla del lago.

La nevada comenzó hace más de una semana, por lo tanto el lago estaba totalmente congelado. Ariadna aprovechando la distracción de Eliza con la nieve que había alrededor formo una bola y se la lanzo a su hermana por la espalda, de pronto estaban en una guerra de bolas de nieve. Reían mientras trataban de lanzar las bolas frías una a la otra.

-Sabes Elly, me gustaría ser tan bonita como tú.- Ariadna era menor que Eliza, bajita y castañas, su rostro aniñado cubierto completamente de pecas que le daban un aire adorable. Por otra parte, Eliza era alta, más que la mayoría de las chicas, con una piel tan blanca como la nieve y una cabellera blanca por su albinismo.

-Ana, tú ya eres bonita tal cual eres. Además de ser muy inteligente.- Comento Eliza dando el tema por zanjado. "Podemos patinar sobre el hielo, ha nevado por varios días y el lago está congelado."

Ambas hermanas entraron en la superficie de hielo, primero con pasos vacilantes, luego con más confianza patinaban lo más rápido que podían. Tomadas de la mano intentaban hacer piruetas, algunas les salían y otras solo ocasionaban que resbalaran y cayeran sobre el frio hielo.

A medida que avanzaba la tarde, decidieron regresar a casa, ya anochecía y pronto la cena estaría lista. Ana salió corriendo del lago al observar una ardilla a lo lejos, cerca de un árbol. Eliza caminaba tranquilamente hasta que un crujido la hizo detenerse.

Observo a sus pies el hielo pero al no ver ninguna fisura pensó que el sonido se debía a su imaginación. Retomo su marcha a la vez que observaba a Ariadna jugando con la ardilla, Eliza sonrió y camino más rápido sobre el hielo.

-Espero que mamá nos guardara chocolate caliente, Ana. Estoy congelada.- Grito Eliza. De repente un crujido fuerte se escuchó y el hielo debajo de sus pies se agrieto.

Ambas hermanas gritaron aterrorizadas. Eliza se agacho sobre el hielo para llegar a gatas a la orilla mientras Ana le gritaba que se quedara quieta, la menor de las hermanas tomo una gran rama caída y sentándose en la tierra lo empujo hasta donde Eliza se encontraba.

Aunque la rama era larga no fue lo suficiente para llegar a donde Eli estaba tirada.

-Acércate a la rama, Eliza.- Gritó la pequeña castaña.

Con el cuerpo temblando de terror, se arrastró cerca de la rama. Casi podía tocarla cuando el hielo cedió.

Eliza se hundió en el lago mientras Ana gritaba aterrorizada por ayuda. Personas que se hallaban cerca del lago escucharon los gritos y se acercaron al lugar, encontrando a Ana llorando.

Eliza debajo del hielo sentía como su cuerpo se entumecía y el agua la ahogaba llenando sus pulmones. 

Con los ojos abiertos, Eliza dio su último aliento de vida. 

La maldición de Nunca Jamas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora