6. Mar.

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El sonido de las olas rompiendo en la costa era algo que siempre ha tranquilizaba a Ariel. Desde pequeña, Ariel ha amado el mar pero luego de la muerte de su madre tiene prohibido siquiera acercarse a la playa.

La madre de Ariel murió en medio de una tormenta mientras surfeaba, su padre se ha sentido culpable desde entonces y por miedo a perder a otra persona que ama, Ariel y sus hermanas tienen terminantemente prohibido entrar al mar. La situación en casa era insoportable, las peleas con sus hermanas por el mínimo motivo la tenían al borde del colapso, así que recurrió al único lugar donde podía estar en paz. El mar.

Mientras surfeaba y se levantaba sobre las olas se sentía poderosa, amaba esa sensación. Pronto se hacía tarde y su padre llegaría temprano a casa, para no tener problemas (más de los que habían) escondió su tabla detrás de unas rocas y se apresuró a llegar a casa y lavarse el cabello. Sus hermanas no la delatarían, es un pacto que nunca se rompería, todas tenían una manera de sobrellevar la situación en casa y si Ariel deseaba ir a la playa ninguna se lo reprocharía.

En la puerta de su casa la esperaba Merlina, una de sus hermanas con rostro preocupado. "Papa está a punto de llegar, báñate rápido y lava bien tu cabello." Le dijo entrando a la casa apresuradamente.

Subió rápidamente a su habitación y se ducho con meticuloso cuidado. Para cuando su padre llego ya estaba lista y sin rastro del mar en ella, su ropa de baño estaba ya lavada y extendida por lo cual no había rastros de su escape a la playa.

"Ariel. ¿Qué estuviste haciendo hoy?" Pregunto su padre, Triton a la menor de sus hijas.

"Nada, papá. Estuve leyendo sobre las criaturas mitológicas." Mintió señalando el libro cerca del sofá.

Su padre asintió tragando su mentira, respiro con alivio al no ser descubierta.

Un nuevo día iniciaba y tras cumplir con sus labores en el hogar, Ariel se despidió de sus hermanas y partió rumbo a la playa, paso el día nadando y caminando por las costas. De lo que Ariel no se percato fue que su padre todos los días la seguía y esa tarde, Tritón llego antes de Ariel a casa. Ninguna de sus hermanas pudo advertirle y para cuando la pelirroja entro a su casa todas estaban sentadas alrededor de la mesa del comedor con su padre a la cabecilla.

"Pasa y siéntate, Ariel." Ordeno Tritón. Ariel observo con pánico a sus hermanas pero todas estaban en silencio y con la cabeza gacha. A la menor de las hermanas no le quedo de otra que cerrar la puerta y obedecer.

Los gritos y regaños por el sobreprotector padre fueron esparcidos, a Ariel por violar una regla y a sus hermanas por encubrirla. Todas en su habitación observaban a la pequeña pelirroja llorar y entre palabras de aliento y consolación se durmieron.

Eran poco más de las 4 de la mañana cuando Ariel despertó, sin hacer el más mínimo ruido y procurando no despertar a su hermana se vistió y en la sala tomo papel y una pluma.

Lo siento papá, pero no puedo seguir alejada del mar. Es mi lugar feliz y un sitio que mamá amo hasta la muerte. Te amo, a ti y a mis hermanas. Espero no me odies. En un tiempo volveré o quizás no. Lamento causarte el dolor y decepción que sentirás al leer esto, pero no puedo seguir viviendo así. Nunca los olvidare y si un día quieres sentirme o recordarme, ve donde siempre me encontraras. En el mar.

Dejando la carta al lado del abrigo de su padre, se escabullo de la casa sin hacer ruido y se acercó al puerto.

Ese día Ariel se subió a un barco y nunca más volvió. Vivió hasta su ultimo respiro en el lugar que tanto amaba, el mar. 

La maldición de Nunca Jamas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora